Lugar: Italia
Palabra de Dios: Apocalipsis
3:15,16
¿Te has
preguntado cómo sería la vida si no pudiéramos medir el calor? Por una parte,
los meteorólogos tendrían una cosa menos cual hablar en los noticieros de la
noche. Nunca sabrías exactamente qué temperatura tiene tu cuerpo. Además,
muchos desarrollos científicos, probablemente, nunca hubiesen ocurrido, puesto
que medir el calor a menudo juega un papel vital en los experimentos y en el
trabajo de laboratorio.
Así que,
¿quién merece nuestro agradecimiento? Galileo, un científico italiano. Además
de muchos otros descubrimientos, él inventó el primer termómetro hace cuatro
cientos años. Su termómetro medía la expansión y la contracción del aire dentro
de un tubo. No era perfecto, porque las variaciones de la presión atmosférica
podían distorsionar su exactitud, pero era un paso en la dirección correcta.
Más tarde, alguien ideó un termómetro líquido, y el Gran Duque Femando II, de
Toscana, utilizó el primero de ellos.
De paso, termo
significa “calor”, y metro significa “medida”, que es, por supuesto,
exactamente lo que hace un termómetro. Pero, cuando describimos a una persona
como caliente o fría, no siempre estamos hablando de temperatura física. A
menudo, asociamos el calor con la pasión, el celo y un compromiso serio. Frío,
por otro lado, hace referencia a lo opuesto, a no interesarse, o ser
indiferente.
Cuando se trata
de asuntos espirituales, a veces estamos en el medio. Dios dice: “Conozco tus
obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras
lo uno o lo otro! Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio,
estoy por vomitarte de mi boca”. El Señor no quiere que estemos en el medio;
espera que nos comprometamos firmemente con él. Así que, no te quedes allí.
Sube la temperatura, y está en llamas por Jesús.
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