domingo, 15 de diciembre de 2013

REFLECTORES DE CRISTO

Portada Desde el corazon
No os toca a vosotros saber los tiempos o las
sazones, que el Padre puso en su sola potestad.
Hechos 1:7.

Los discípulos no podían conocer la hora de la segunda venida de Cristo.

Había una cosa que podían entender, y era que habrían de recibir poder luego de que el Espíritu Santo descendiera sobre ellos; y que habían de ser testigos de Cristo. Se reprende toda esta curiosidad ardiente por conocer la fecha. No se nos es dado conocer, y no hemos de sentirnos ansiosos sobre estas cosas que el Señor nunca nos ha encomendado, sino que ha mantenido en su sola posesión, sin revelarlas. Pero la dotación del Espíritu es para nosotros; podemos esperar esto en confianza y recibirlo libremente. Porque no podemos hacer nada por la salvación de las almas sin esta agencia celestial. Debido a la brevedad de la vida humana, debe hacerse de todo evento una ocasión para enriquecer las almas con las verdades del evangelio.

Según se va cerrando el tiempo, debemos mantener en mente la espiritualidad de la Ley y la extrema impotencia de una obediencia formal, ceremonial a los mandamientos de una religión legalista. Los principios eternos de la verdad deben destacarse. El carácter santo y paternal de Dios debe presentarse a todos.

Debe aclararse nuestra obligación en nuestras acciones cotidianas, para que entendamos nuestra relación con Dios y con cada otra persona; porque hemos de velar por las almas como quienes han de rendir cuentas. Debemos presentarle a la gente no las imaginaciones de los hombres, ni sus intrigas y conclusiones, sino la gracia de Dios en el don de su Hijo unigénito, de manera que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Hemos de levantar a Jesús, para que él atraiga hacia sí a los hombres y las mujeres…

Cuán difícil se les hace advertir la necesidad de una oración constante; de un arrepentimiento sincero; de obtener más y más perfección de carácter, que es la sal de la experiencia cristiana y la evidencia de la operación del Espíritu Santo en el corazón. El Espíritu Santo ha de iluminar, renovar y santificar el alma…

Que todos cumplan su deber; que laboren activamente con Cristo Jesús.

Represente a Jesús dando un ejemplo de piedad cristiana, para que la gracia de Cristo se muestre como es: hermosa, atrayente, armoniosa y siempre consistente.

Una vida hermoseada por la santidad no es una vida de contemplación ociosa, sino una llena de trabajo ferviente por el Maestro, cuya luz brilla más y más hasta que el día es perfecto — General Conference Bulletin, 4 trimestre de 1896, pp. 764, 765.

Meditaciones Matutinas para adultos
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White

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