Él reserva su ayuda para la gente
íntegra
y protege a los de conducta intachable.
Proverbios 2:6-7
Vivimos en una
época de grandes retos en la que las mujeres se preocupan cada vez más por su
desarrollo y superación personal. Tomando en cuenta lo anterior, no solamente
deberíamos agregar años a nuestra vida, sino que también debemos aceptar el
desafío de escalar cumbres que implican superación, con denuedo y
perseverancia.
Los desafíos
nos asustan a muchas de nosotras, cuando en realidad deberían constituir tan
solo pruebas a las que hemos de hacer frente con ánimo. Elena de White afirmó:
“La mujer no conoce su poder. Dios no quiso que sus capacidades fuesen todas
absorbidas en preguntarse: ¿Qué comeré? ¿Qué beberé? ¿Con que me vestiré? Hay
un propósito más elevado para la mujer, un destino más grandioso.
Debe
desarrollar y cultivar sus facultades porque Dios puede emplearla en su gran
obra de salvar a las almas de la ruina eterna” (El ministerio de la bondad, p.
151).
Muchos de
nuestros temores a enfrentar retos radican en el hecho de que algunas mujeres
creen carecer de cualidades personales. Le temen al ridículo, y antes de
intentar cualquier proyecto o tarea, anticipan el fracaso. Sin embargo, olvidan
que todo ser humano es como un diamante que necesita ser pulido hasta que
alcance todo su brillo. Si lo miraran desde esta perspectiva, el miedo al
ridículo sería un asunto de menor importancia.
No dejemos de
aprovechar el “hoy”: este es el mejor momento para comenzar a pulirnos. No
depositemos nuestra vida en el mañana, pues así tan solo postergaremos una
oportunidad de superación personal, perdiendo un tiempo precioso.
Muchas mujeres
se ocultan detrás de excusas como: “No pude”; “No tuve la oportunidad”; “No me
lo permitieron”. Este es el momento de sacar a la luz los proyectos empolvados
por el tiempo.
Dios te
necesita, tu familia te necesita, la sociedad te necesita. ¡No permitas que el
estudio de ninguna materia o asunto te quite el sueño, comienza estudiando las
Sagradas Escrituras!
Aprovecha el
día de hoy para leer un buen libro, para ver un programa de televisión
educativo, para escuchar música edificante. Asimismo, rodéate de personas que
te motiven a la superación, y sobre todo amístate con el Señor, que es la
fuente de toda sabiduría.
Meditaciones Matutinas para la mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
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