Lugar: Carolina del Sur, EE.UU.
Palabra de Dios: Mateo 6:8
-¿A
dónde habré dejado ese reloj? -murmuró Scott entre dientes-.
Estoy seguro
de que me lo saqué aquí.
Revisó la mesa
de luz, la cómoda, el ropero, la ventana, todos los lugares que se le
ocurrieron, pero el reloj no apareció.
Si hubiera
sido un reloj común, Scott habría abandonado la búsqueda, diciendo que ya
aparecería. Pero, este no era un reloj común: era un reloj Rolex de oro y
plata, que valía 3.800 dólares.
-Ven, Sampson
-llamó Scott a su doberman de cinco meses-. Veamos cuán bueno eres buscando
cosas. Ayúdame a encontrar mi reloj.
El perro se
acercó obedientemente y comenzó a oler por allí. Pero, sus esfuerzos combinados
también fueron en vano.
Durante el
siguiente mes, Scott revisó su dormitorio nuevamente, una y otra vez, a menudo
con la ayuda de su perro, Sampson. Era muy raro cómo había desaparecido el
reloj.
Un día, Scott
estaba sentado en la cama, cuando notó algo.
-Ven aquí,
Sampson -lo llamó-. Déjame mirarte la panza.
Y así era:
había un bulto de buen tamaño en el estómago del cachorro.
Llevó el perro
al veterinario, y descubrieron que el bulto era el Rolex perdido. El cirujano
veterinario sacó el reloj, que asombrosamente funcionaba aun después de haber
estado en el estómago del perro durante casi un mes. El reloj perdido de Scott
había estado muy cerca todo el tiempo, sin que él lo supiera.
Cuando
enfrentas problemas, ¿te gusta arreglar las cosas solo?
¿Tratas de
arreglarlas a tu manera? Recuerda: la respuesta a tus problemas está muy cerca:
“…porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan”. Dios
está listo para ayudarte. Háblale. Cuéntale tus problemas.
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