La humanidad entera sentirá
temor:
proclamará las proezas de Dios
y meditará en sus obras.
Que se regocijen
en el Señor los justos;
que busquen refugio en él;
¡que lo alaben todos los de
recto corazón!
Salmo 64:9-10
Cada fin de
año es un tiempo propicio para hacer inventario de nuestra vida.
Esa práctica
nos ayudará a reacomodar nuestro equipaje y a deshacernos de las cargas
innecesarias que hacen más lenta y pesada la travesía. Podrás examinar cada
paso que has dado durante el largo trayecto de estos pasados doce meses, con
sus semanas, días, horas y minutos.
Sin embargo,
cuando llevamos a cabo dicho examen, la tendencia quizá nos lleve a resaltar
los momentos desafortunados y a opacar los aciertos. No es raro que esto sea
así, pues es imposible escapar de las turbulencias propias de la vida.
Si el año que
termina te ha traído pruebas asociadas al dolor y la tristeza, piensa también
que Dios te revistió de fortaleza para resistir y continuar viviendo. Hay
muchas personas que este año se rindieron y perdieron el deseo de continuar con
su existencia.
Ahora Dios
pone frente a ti otros trescientos sesenta y cinco días que representan
oportunidades, desafíos, luchas, alegrías, penas y también glorias. Cada uno de
esos momentos deberá ser enfrentado con la actitud correcta para enriquecer la
vida. Un extraordinario pensamiento emanado de la Palabra de Dios, y que debe
llenarnos de confianza para enfrentar lo que traerá el nuevo tiempo, dice: “El
gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana
se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! Por tanto, digo: ‘El
Señor es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!’ ” (Lamentaciones 3:22-24).
Amiga, no
sabemos cuál ha de ser el último día que hemos de pasar en este planeta.
Únicamente la voluntad de Dios lo determinará. Por eso debemos vivir en un
estado de plenitud cristiana. Aprópiate de las misericordias del Señor que
serán renovadas a diario.
El nuevo año
representa una nueva oportunidad para hacer de nuestras vidas un instrumento de
paz y de amor en las manos del Señor. Nos corresponde compartir con los demás
la maravillosa esperanza del cristiano de una vida mejor por toda la eternidad.
Entrégale a Dios tu pensamiento y tu voluntad y tendrás aliento y fuerzas para
ti y los tuyos.
Meditaciones Matutinas para la mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
No hay comentarios.:
Publicar un comentario