Hemos recibido noticias de su fe
en Cristo Jesús
y del amor que tienen por todos los santos
a causa de la
esperanza reservada para ustedes
en el cielo. De esta esperanza ya han sabido
por la palabra de verdad, que es el evangelio.
(Colosenses 1:4, 5).
La esperanza
cristiana no solo está “reservada” en el cielo, sino que es activa y dinámica
en el corazón de todos los cristianos. La señora Stella Thornhope lidiaba sola
con sus primeras navidades. Su esposo había muerto pocos días antes, víctima de
un cáncer.
Se sentía sola
y triste y decidió que no decoraría su casa. Bien entrada la tarde, un día,
llamaron a la puerta. Ahí estaba un joven repartidor con una caja.
-¿Señora
Thornhope?
Ella asintió.
-¿Podría
firmar aquí, por favor? -preguntó el muchacho.
La señora lo
invitó a entrar y cerró la puerta para protegerse del frío.
-¿Qué hay en
la caja?- preguntó, después de firmar el papel.
El joven
sonrió y abrió la caja. Dentro se agitaba un cachorrito, un cobrador dorado. El
joven levantó al ansioso perrito.
-Es para
usted, señora- explicó-. Tiene seis semanas y está a punto para que usted lo
eduque.
El cachorrito
comenzó a menear la cola de felicidad al verse librado del cautiverio.
-¿Quién lo
envió? -preguntó la señora Thornhope.
El joven le
pasó un sobre a la mujer.
-Todo está
explicado aquí, en este sobre, señora -dijo- Al perrito lo compraron en julio
pasado, mientras su madre todavía estaba preñada. La intención era que fuera un
regalo de Navidad para usted.
-¿Quién me
envió este cachorro? -preguntó otra vez con desesperación la mujer.
-Su esposo,
señora -contestó el muchacho, al dar la vuelta para salir-. Feliz Navidad.
La mujer abrió
entonces la carta de su esposo. La escribió tres semanas antes de morir.
La había
dejado en el criadero de perros para que la entregaran con el cachorro como su
último regalo. La carta estaba llena de amor, ánimo y recomendaciones de
fortaleza. Prometía que esperaba el día en que se volvieran a encontrar en la
venida de Cristo.
La señora
Thornhope se secó las lágrimas, tomó al perrito y se dirigió a buscar los
adornos de Navidad. Quería que los vecinos supieran lo feliz que se sentía.
Dios tiene un
buen estilo para enviarnos una señal de luz y recordarnos que la vida es más
fuerte que la muerte. La luz es más poderosa que la oscuridad. Dios es más
poderoso que Satanás. Anímate, pues. Dios lo tiene todo bajo control. Feliz
Navidad para ti y para los tuyos ahora y siempre.
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Por Félix Cortez
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