Lugar: Nueva Zelanda
Palabra de Dios: Proverbios 25:20
La melodía de
villancicos navideños se oía en medio del silencio de la noche. “La primera
Navidad fue una noche de paz…” “Allá en el pesebre…” “Noche de paz, noche de
amor…”
La música
provenía de la casa de la señora Adams, quien aparentemente disfrutaba de las
fiestas. Había decorado su casa con brillantes luces navideñas, que eran
acompañadas de música navideña lo suficientemente fuerte como para que todo el
vecindario la oyera. No pasó mucho tiempo antes de que los vecinos comenzaran a
protestar.
Finalmente, un
inspector municipal llamó a su puerta.
-Hemos
recibido algunas quejas por su decoración navideña –le informó cortésmente el
hombre a la señora Adams-, Le agradeceríamos si puede apagar la música. Noche
de paz: ¡eso es lo que sus vecinos están pidiendo!
La señora
Adams parecía sorprendida.
-Yo sé que la
música se vuelve molesta después de un rato -respondió-.
Por eso, solo
la dejo encendida tres o cuatro horas cada noche.
¿Por qué no
aprecian un poco de Navidad?
Pero, los
vecinos que se habían quejado no estaban en contra de la música navideña; lo
que no querían era tenerla de noche a todo volumen en sus casas. Sí, hasta la
alegre música navideña tiene su tiempo y su lugar. Y eso es lo que la Biblia
dice, en este versículo: “Dedicarle canciones al corazón afligido es como
echarle vinagre a una herida o como andar desabrigado en un día de frío”.
¿Alguna vez
echaste vinagre sobre una herida? Créeme, arde. ¿Te sacaste el abrigo en un día
de frío? Eso no es muy agradable, tampoco.
Y si tienes un
amigo que se siente mal, cantarle canciones quizá no sea lo mejor. Pide a Dios
que te ayude a ser un buen amigo. Quizá lo que tu amigo necesita es alguien que
lo escuche o lo ayude. Tal vez, una palabra de ánimo o una oración especial.
Lectura Devocional para
Menores
En algún lugar del
Mundo
Por Helen Lee
Robinson
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