Yo soy meramente humano,
y estoy
vendido como esclavo al pecado.
No entiendo lo que me pasa,
pues no hago lo que
quiero,
sino lo que aborrezco.
Romanos 7:14-15
Ocultar los
defectos personales es una tendencia generalizada de la sociedad moderna. De
hecho, somos muchas personas las que culpamos a los demás por nuestras
deficiencias. Pensamos que nuestra forma de actuar es mayormente el resultado
de la herencia recibida de nuestros progenitores, o de las circunstancias en
las que nos ha tocado nacer y crecer.
En realidad,
todos tenemos defectos y, en lugar de ocultarlos detrás de “máscaras
psicológicas”, deberíamos ponerlos al descubierto con el fin de trabajar con
ellos para superarlos. Hay una realidad que no podemos ignorar, y es que los
defectos nos acompañarán dondequiera que vayamos. Aunque intentemos tenerlos
bajo control, basta con un leve detonante para que afloren y nos avasallen,
poniendo así en evidencia lo que somos. El apóstol Pablo, consciente de eso,
dijo: “No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que
aborrezco” (Romanos 7:15).
Si bien es
cierto que hay aspectos de nuestra personalidad que nunca podremos cambiar
totalmente, también es un hecho que mediante el poder de Dios se pueden
transformar si los colocamos bajo la sujeción del Espíritu Santo.
El riesgo
mayor que corremos con relación a nuestros defectos, es que nos acostumbremos a
ellos y que lleguemos a considerarlos como posibles virtudes.
Cuando eso
ocurre, podemos granjearnos la antipatía de los demás, pues con nuestra actitud
mostramos que nos consideramos seres perfectos y que son ellos los que tienen
problemas.
El mal humor,
los arranques repentinos de ira, la falta de constancia, el orgullo, el
egoísmo, el desorden, la impuntualidad, la irreverencia ante lo santo, la
frialdad emocional; todos son aspectos negativos que podría abrigar cualquier
persona.
Cuando
el ser humano salió de las manos del Creador, no tenía defecto alguno.
Sin embargo,
los hemos adquirido como consecuencia del pecado. Afortunadamente, Dios nos
asegura que podremos volver a nuestro estado original con su ayuda y mediante
esfuerzos bien definidos.
Amiga, hoy es
un buen día para descubrir los aspectos a mejorar de tu personalidad, y luchar
hasta que Dios te otorgue la victoria sobre ellos.
Meditaciones Matutinas para la mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
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