Lugar: Italia
Palabra de Dios: Gálatas 5:1
El señor
Martelli caminaba para arriba y para abajo, en su casa en la isla de Cerdeña.
Se sentía inquieto, y deseaba saber qué hacer.
-Está libre.
Puede irse -le había dicho el guarda cárcel. Y así fue como este hombre, de 34
años, salió de la prisión donde había estado encarcelado.
Ahora, estaba
viviendo en una casa sin rejas que lo rodearan, y el señor Martelli sentía
extrañeza. Se había acostumbrado a su celda, y la extrañaba. ¿Qué podía hacer?
“Voy a volver a la prisión”, decidió.
Después de
empacar unas pocas cosas, Martelli se dirigió a la prisión de la ciudad de San
Sebastián y golpeó la puerta.
-¿Puedo
ayudarlo? -preguntó el guardia, al abrir la puerta.
-Sí, me
gustaría que me encerraran un tiempo, por vandalismo -explicó el señor
Martelli-. Quiero volver; extraño mi celda.
Los guardias
se negaron a dejarlo entrar.
-Usted está
libre -le explicaron-. Ya no pertenece a este lugar.
El señor
Martelli se dirigió, entonces, a la policía, y presentó una queja contra los
guardias, diciendo que no lo habían dejado entrar.
Suena medio
tonto, ¿no es cierto? ¿Por qué alguien preferiría estar preso, en lugar de
tener libertad? Aunque Martelli había sido puesto en libertad, estaba tan
acostumbrado a estar en prisión que quería volver allí.
A ti y a mí
también se nos ha garantizado la libertad: la libertad del pecado. Pero, a
veces, estamos tan acostumbrados a vivir bajo la esclavitud del pecado que
podemos sentimos tentados a volver a él.
No seas como
el señor Martelli. Recuerda: “Cristo nos libertó para que vivamos en libertad.
Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de
esclavitud”
Lectura Devocional para
Menores
En algún lugar del
Mundo
Por Helen Lee Robinson
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