En lo que requiere diligencia,
no
perezosos; fervientes en espíritu,
sirviendo al Señor.
Romanos 12:11.
El deber
actual de cada hijo verdadero de Dios es esperar pacientemente, velar
atentamente, trabajar fielmente, hasta la venida del Señor, de modo que estemos
preparados para el solemne evento. Las características del verdadero seguidor
de Cristo, el hombre y la mujer perfectos en Cristo Jesús, se manifestará en
trabajar, velar y esperar al Señor. No se darán enteramente a la contemplación
y la meditación ni estarán tan absortos en ajetreos que descuiden el ejercicio
de la piedad personal; pero en el cristiano simétrico, la devoción personal se
mezclará con el trabajo ferviente, y los seguidores de Cristo no serán
perezosos, sino que serán “fervientes en espíritu, sirviendo al Señor”.
Deben
mantenerse las lámparas recortadas y prendidas, para que envíen brillantes
rayos de luz en medio de las tinieblas morales del mundo…
El Señor viene
pronto, y por esta precisa razón necesitamos nuestras escuelas no para ser
educados según el sistema del mundo, sino para que nuestras instituciones de
aprendizaje puedan parecerse más a las escuelas de los profetas: lugares donde
podamos aprender la voluntad de Dios y alcanzar las ramas más elevadas de la
ciencia, para entender mejor a Dios y sus obras, y el carácter de Jesucristo, a
quien él ha enviado… El pueblo de Dios debe ganar más destrezas y experiencia;
porque habrá más tareas para todos, y especialmente para los que están en
posiciones de confianza. Al acercarnos al fin, Satanás se animará a hacer un
esfuerzo desesperado para vencer a todos los que disputen su reclamo de
autoridad suprema sobre la tierra, y el pueblo de Dios debe prepararse para la
lucha. Dios requiere el ejercicio completo de toda habilidad. Ha dado a hombres
y mujeres que hagan todo lo que les sea posible hacer según sus facultades
naturales y cultivadas… Los seguidores de Cristo no pueden abandonar sus
puestos sin traicionar un deber sagrado, sin poner en peligro la salvación de
sus propias almas y las ajenas. Usted debe ser leal al trabajo que se le ha
confiado, y dejar de buscar algo nuevo y extraño.
Cuando Cristo
les explicó a los discípulos la gran obra que habría de hacerse, y les prometió
el don del Espíritu Santo, estuvieron ansiosos por saber si entonces verían el
cumplimiento de la esperanza por tanto tiempo ansiada.
Preguntaron:
“¿Restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” El Señor reprendió su
curiosidad y les dijo: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones,
que el Padre puso en su sola potestad” (Hechos 1:6, 7) – General Conference
Bulletin, 4 trimestre de 1896, p. 764.
Meditaciones Matutinas para adultos
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
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