El que es sabio tiene gran poder,
y el que es entendido aumenta su fuerza.
Proverbios 24:5
Todos los
seres humanos desean satisfacer su necesidad de realización. Cuando por fin
logramos ese objetivo, nos sentimos competentes, hábiles y útiles. Ese deseo
interno Dios lo ha puesto ahí, en nuestra naturaleza. Hemos sido creadas para
alcanzar blancos elevados, de modo que lleguemos a alcanzar lo excelso y lo
superior con la ayuda de Dios.
Las aptitudes
y las habilidades personales son aquellas que el Señor nos concedió para que
pudiéramos llegar a la autorrealización. Probablemente tengamos bien claro lo
que podemos hacer con ellas pero, ¿qué hacer con las limitaciones que surgen en
nuestro camino? Por otro lado, algo que debemos tomar en cuenta es que muchas de
nuestras limitaciones no son del todo reales. Quizá han surgido de los mensajes
que recibimos cuando éramos niñas, algo que quizá ha creado en nosotras un
cierto sentido de incapacidad.
Tan solo
existen dos maneras de responder a ese tipo de limitaciones. La primera
consiste en que nos acomodemos en ellas y que, frente a cada desafío que se nos
presente, digamos simple y llanamente: “No puedo”. La otra opción implica tomar
consciencia de nuestras limitaciones pero hacernos el propósito de superarlas
poco a poco mediante nuestro esfuerzo, trabajo y dedicación. Dios proveerá en
el camino.
El buen uso de
nuestras capacidades honra al Creador, y nos hará sentir como personas
valiosas. La superación de nuestras limitaciones nos ayudará a mantenernos
humildes, porque nos enseñará que, para cada pequeño paso, dependemos de Dios y
de la ayuda de los demás.
Amiga, hoy es
el día apropiado para que hagas inventario de las capacidades que posees con el
fin de ponerlas en práctica. Al hacerlo, desarrollarás tu gratitud por la forma
maravillosa en que Dios te ha creado. Aférrate a la hermosa promesa que el
Señor le hizo a Josué cuando este sintió temor frente a la gran tarea que tenía
por delante: “Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni
te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas” (Josue 1:9).
No existe
obstáculo que sea insuperable, ni una dificultad tan grande que no pueda
desaparecer si empleas toda la fuerza que Dios te concederá si se la solicitas
con fe. De ti dependen el éxito y la capacidad de vencer tus limitaciones.
Meditaciones Matutinas para la mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
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