Lugar: Nueva Hampshire, EE.UU.
Palabra de Dios: Proverbios 10:2, DHH
En 1985,
Robert Howley fue a pescar al lago Winnipesaukee. Terminó perdiendo más de lo
que ganó: perdió 480 dólares en efectivo.
Esa era la
cantidad de dinero que llevaba en su billetera; de alguna manera, esta
desapareció durante el viaje. Howley pensó que, probablemente, se le había
caído al agua. Y no había manera de que pudiera encontrarla.
Cuatro años
más tarde, otro hombre, el señor Ouellette, estaba buceando en el mismo lago,
buscando una lámpara antigua de un bote. Mientras buceaba a unos doscientos
metros de la orilla, y a unos nueve metros de profundidad, vio algo que le
llamó la atención.
Al acercarse a
mirarlo mejor, descubrió que era una billetera. La licencia de conducir que
había dentro identificaba a su dueño como Robert Howley. El señor Ouellette
buscó el nombre inmediatamente en la guía telefónica, y lo llamó.
-Tengo su
billetera -le dijo a Robert.
Al comienzo,
Robert no podía creerlo, pensando que era una broma de uno de sus amigos. Pero,
pronto se dio cuenta de que el hombre hablaba en serio. Inmediatamente hizo los
arreglos para ir a recoger su billetera.
Sí, allí
estaba. La billetera que había perdido cuatro años antes, empapada y arruinada
. Pero, adentro estaban los 480 dólares. No se había perdido ni un solo dólar.
El señor
Ouellette fácilmente podría no haberlo dicho y haberse quedado con el dinero.
Después de todo, nadie lo hubiera sabido, y él habría sido 480 dólares más
rico. Pero, el señor Ouellette hizo lo correcto, porque “las riquezas mal
habidas no son de provecho, pero la honradez libra de la muerte”.
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