Y dijo Jehová: No contenderá mi
espíritu
con el hombre para siempre.
Génesis 6:3.
En los días de
Noé no toda la gente era idólatra y pagana, en el sentido pleno de la palabra.
El grupo que profesaba un conocimiento de Dios era el que tenía la mayor
influencia y tomaba la delantera en minimizar las palabras que les eran
habladas por Noé. No solo rechazaron ellos el mensaje del fiel pregonero de
justicia, sino que, como su amo el diablo, buscaban todo medio posible para
prevenir que otros creyeran y fueran obedientes a Dios… Mientras Noé hacía
sonar la nota de advertencia por la inminente destrucción de aquella
generación, era su día de oportunidad y privilegio para ser sabios para
salvación. Pero entregaron su mente al control de Satanás en lugar de Dios, y él
los engañó tal como engañó a nuestros primeros padres…
El mundo antes
del Diluvio razonó que las leyes de la naturaleza se habían mantenido fijas
durante siglos. Las estaciones regresaban en su orden. Los ríos y los
manantiales nunca habían sobrepasado sus límites, sino que habían llevado sus
aguas al imponente mar sin percance. Decretos firmes habían impedido que las
aguas rebasaran sus cauces. Pero estas razones no reconocían la Mano que había
aquietado las aguas, diciéndoles: “Hasta aquí pueden llegar, y no más”…
Razonaban en
ese entonces como ahora, como si la naturaleza estuviera por encima del Dios de
la naturaleza, y que sus sendas estuviesen fijadas de tal manera que ni
siquiera Dios podía cambiarlas; lo que hacía que, en las mentes del mundo los
mensajes de advertencia de Dios fueran un delirio, un gran engaño, porque si el
mensaje de Noé era correcto, la naturaleza tendría que desviarse de su curso
prefijado…
La naturaleza
humana en los días de Noé, sin la influencia del Espíritu de Dios, es la misma
que en nuestros días. En sus aseveraciones y representaciones, Jesús reconoce
el Génesis como palabras inspiradas. Muchos admiten que el Nuevo Testamento es
divino, en tanto que no muestran ninguna consideración especial por las
Escrituras del Antiguo Testamento; pero estos dos grandes libros no pueden
divorciarse. Los apóstoles inspirados que escribieron el Nuevo Testamento
continuamente llevan los pensamientos de los estudiosos de las Escrituras al
Antiguo Testamento. Cristo lleva la mente de todas las generaciones, presentes
y futuras, al Antiguo Testamento. Se refiere a Noé como una persona literal que
vivió realmente; se refiere al Diluvio como un hecho histórico; muestra la
descripción de aquella generación como característica de esta era. La Verdad y
la Vida ha anticipado los interrogantes y las dudas de hombres y mujeres
respecto del Antiguo Testamento, y
lo pronunció divino - Signs of the Times, 20 de diciembre de 1877.
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"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
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