Palabra de Dios: Proverbios 22:6
Un
pequeño pueblo de Oklahoma tenía un campo en sus afueras, y durante muchos,
muchos años, una vaca pastaba en ese campo.
Todas
las mañanas, cuando la vaca quería tomar agua, se dirigía a un tanque de agua
al lado del local de la empresa de agua del lugar. El tanque siempre estaba
lleno.
Un
día, hubo una gran tormenta. El agua inundó el valle, incluyendo el campo en el
cual vivía la vaca. Ahora, el animal tendría que hacer un gran esfuerzo para
llegar hasta el tanque de agua. Decidida a tomar su agua matutina, el animal
chapoteó a través del barro. Le resultaba difícil avanzar, porque el agua
tenía, por lo menos, treinta centímetros de alto en algunos lugares.
La
vaca terminó atascándose en el barro un par de veces, pero no se detuvo. Luego
de mucho esfuerzo, finalmente llegó al tanque de agua. Luego de beber agua,
comenzó a caminar de regreso, en medio de centímetros de agua, para llegar
hasta un lugar más seco.
Suena
bastante tonto, ¿no es verdad? Tomarse todo ese trabajo, cuando sencillamente
podría haber inclinado la cabeza y tomado agua en cualquier parte. Pero, eso
muestra cuán poderosos pueden ser los hábitos.
El
sabio rey Salomón escribió: “Instruye al niño en el camino correcto, y aun en
su vejez no lo abandonará” En otras palabras, los hábitos que formamos cuando
somos pequeños permanecen con nosotros durante mucho, mucho tiempo. Esa es la
razón por la cual es importante desarrollar buenos hábitos, no malos. Pide hoy
a Dios que te ayude a hacer lo correcto.
Lecturas Devocionales
para Menores 2013
En algún lugar del
Mundo
Por Helen Lee Robinson
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