Cada uno debe dar según lo que haya decidido
en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con
alegría (2 Corintios 9:7).
¡Qué
fácil es recibir! ¡Qué agradable es aceptar regalos! Aunque de vez en cuando se
ven por ahí jóvenes que tienen problemas hasta para recibir regalos, ¿no crees?
Lo
difícil es dar. Sobre todo, dar cuando no esperas recibir nada a cambio. ¿Pero
qué puede dar un joven si no tiene dinero? En realidad, los jóvenes representan
un poder muy grande en la sociedad. Solo es cuestión de que se organicen y
pongan manos a la obra.
Durante
el año 2011, una fuerte sequía se cernió sobre los estados del norte de México.
Para
principios de 2012 la situación era desesperante para los agricultores y sus
familias, quienes clamaron para que el gobierno los ayudara. Sin embargo, la
peor parte la llevaron los pueblos indígenas que habitan las zonas más
recónditas de esos lugares, como los rarámuris, en la sierra de Chihuahua. En
realidad, hasta entonces había mucha gente que no sabía de su existencia, pero
gracias a algunos reportajes de los noticieros de televisión, su difícil
situación se hizo evidente. La sociedad empezó a enviar ayuda a estas
comunidades.
Lo
interesante fue lo ocurrido en el corazón de una niña, Marifer, de solo siete
años, alumna del Centro Akela, ubicado en Atizapán de Zaragoza, una provincia
del centro del país. La pequeña se propuso reunir diez toneladas de ayuda
humanitaria para los rarámuris. Al principio, sus compañeros y maestros
sonrieron ante los nobles deseos de la niña, pero ella no cejó en su interés
por alcanzar su objetivo. Poco a poco, sus compañeros empezaron a reunir
provisiones. Luego se unieron los vecinos de la escuela, así como algunas
autoridades del gobierno. La perseverancia de la niña contagió a miles de
personas que lograron reunir más de diez toneladas de víveres para las
comunidades indígenas del norte de México.
Cuando
el convoy se dirigía a entregar la ayuda humanitaria, Marifer dijo: “Vamos por
la aventura, por conocer y tomar conciencia, ser más sensibles, ayudar, creo
que será una buena experiencia”.
¡Vaya
palabras para una niña! Efectivamente, dar a los más necesitados te hace más
sensible y más humano. Representa una experiencia única que te marca para el
resto de tu vida. Te recuerda que puedes ser distribuidor de las bendiciones
del cielo para el resto del mundo.
No
dejes pasar la oportunidad de dar a los más necesitados. Organízate con tus
amigos.
Te
aseguro que la experiencia será inolvidable.
Lecturas
Devocionales para Jóvenes 2013
¿Sabías qué..?
Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix Cortez
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