Lugar: Estados Unidos
Palabra de Dios: 1 Juan 4:7
En el momento en que se conocieron, Gerardo se convenció:
no le simpatizó Damián. El muchacho hablaba demasiado fuerte, era demasiado
odioso, demasiado alegre. ¿Qué podía tener de emocionante la clase de la que
acababan de salir? Pero, allí estaba, diciendo a todos qué bueno era el
profesor y cuán contento estaba de haber venido a este colegio.
El sentimiento era mutuo. Damián también decidió que no
le gustaba Gerardo, porque era demasiado callado, demasiado “estirado”,
demasiado creído, y no parecía importarle nada. Hablaba solamente con unas
pocas personas y se iba apenas terminaba la clase. La primera impresión de cada
uno hacia el otro llevó a una hostilidad mutua.
¿Alguna vez decidiste que no te gustaba alguien, basado
en tu primera impresión, o quizás en la segunda o la tercera impresión? Es
fácil juzgar a la gente que no es como nosotros. Posiblemente, tengan
personalidades o intereses diferentes.
Durante un par de meses, Gerardo y Damián asistieron a
las mismas clases, pero no pasaron juntos nada de tiempo. Pero, un día, el
profesor los puso como compañeros en un viaje de estudios. Eso iba a ser
difícil; tendrían que trabajar juntos.
Para sorpresa de ellos, se llevaron mejor de lo que
pensaban. Y, al llegar a conocerse más, encontraron que tenían cosas en común.
Además de eso, llegaron a entender, y aun admirar, sus
diferencias.
¿Damián? Era naturalmente extrovertido. Y Gerardo no era
creído; simplemente, era tímido. Ese año, llegaron a ser buenos amigos. Lo malo
fue que habían desperdiciado tantos meses, porque se habían convencido de algo
demasiado pronto.
“Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque
el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce”.
Lecturas Devocionales
para Menores 2013
En algún lugar del
Mundo
Por Helen Lee Robinson
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