Pero una viuda pobre llegó y echó dos moneditas de muy poco valor
(Marcos 12:42).
Una
mañana, los obreros y los misioneros que vivían en el conglomerado de edificios
de la misión se despertaron a causa de un ruido extraño: mugido de vacas,
balido de ovejas y el cencerro de las cabras. ¿Qué sucedía? Cuando el
presidente de la misión adventista, el pastor L. Mubonenwa, salió corriendo a
ver lo que pasaba, se encontró con docenas de miembros de la iglesia que lo
rodearon. Las mujeres tenían cestas en la cabeza llenas de gallinas, patos y
pavos. Los hombres y los niños habían traído un rebaño de ganado a la misión.
¿Qué significaba todo aquello?
Semanas
antes el pastor Mubonenwa había escuchado hablar del nuevo concepto de
evangelización vía satélite. Pronto reunió a la iglesia. Explicó que gracias a
ese método las reuniones de evangelización que se celebraran en Soweto podrían
verse y oírse en la región de Caprivi, que estaba a 1.500 kilómetros de
distancia.
En
aquella aislada tierra fronteriza con Botswana, Zambia y Namibia, la gente vive
una vida muy sencilla, seminómada. La prosperidad se mide por la cantidad de
animales que las familias poseen.
Cuando
los miembros de la iglesia se enteraron del método especial de evangelización
decidieron participar aunque no tenían la menor idea de cómo funcionaba.
“¿Cuánto va a costar?”, preguntó alguien. El presidente de la misión les dijo
el costo y todos guardaron silencio. ¡Imposible! Los miembros no tenían dinero.
No tenían vehículos que pudieran vender o casas que hipotecar, ni bancos para
pedir un préstamo. Un gesto de desesperación se vio en todo el grupo. Deseaban
con todo su corazón participar en la evangelización vía satélite de Sudáfrica,
pero era Imposible. Hicieron algunas preguntas. Formularon algunas quejas. No
había solución.
El
sol empezó a ocultarse. Nuestros hermanos regresaron a sus hogares. De repente
se halló la solución, la cual se esparció por todo el valle: podían vender
todos los animales.
Así
que al día siguiente, casi de madrugada, pequeños grupos de personas comenzaron
a caminar rumbo a la misión. Llevaron su ofrenda. “Pastor”, le dijeron,
“sabemos de la evangelización desde el cielo. No tenemos dinero para comprar el
equipo. Por favor tome nuestros animales y véndalos para comprarlo. No queremos
perder esta oportunidad de utilizar este nuevo programa de la iglesia”.
El
mismo sacrificio que hicieron los macedonios. El mismo sacrificio de siempre.
Únete a! espíritu de sacrificio. Como la viuda, nunca te arrepentirás.
Lecturas Devocionales para Jóvenes 2013
¿Sabías qué..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix Cortez
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