Eviten toda conversación obscena. Por el
contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de
bendición para quienes escuchan. No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el
cual fueron sellados para el día de la redención. Efesios 4:29-30
Las
palabras que pronunciamos, y la forma en que las decimos, dicen mucho más de
nosotros que cualquier otra cosa. Estoy segura de que si grabáramos algunas de
nuestras conversaciones, al escucharlas más tarde nos sentiríamos abochornadas.
La ligereza con que a veces soltamos palabras, frases y expresiones verbales,
pregona indudablemente todo lo que abrigamos en nuestro interior. En la Biblia
leemos: “De la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34).
Una
manera de escucharnos a nosotras mismas mientras hablamos es observar el efecto
que nuestras palabras tienen en la persona o personas que las escuchan.
El
tono de voz, el contenido, los gestos que hacemos al hablar, forman el todo de
una conversación y emiten un mensaje. Una buena palabra, dicha en un tono de
desdén, podría causar en la persona que escucha un mal en vez de un bien.
Aunque
las mujeres tenemos fama de hablar mucho más que los hombres, en realidad la
situación es muy pareja. Los estudios más recientes demuestran que las mujeres
pronunciamos aproximadamente 16,200 palabras al día, en contraste con los
hombres que, según el mismo estudio, emplean unas 15,600 palabras. Posiblemente
la diferencia estribe en que las mujeres sentimos más placer al hablar. Pero
sea como fuere, no permitamos que el contenido de algunas de nuestras charlas
sean calificadas como palabras “ociosas” (Mateo 12:36), o expresiones que salen
de “labios impuros” (Isaías 6:5).
Hagamos
el esfuerzo de hablar para bendecir y edificar. En la Palabra del Señor
encontramos un gran consejo: “Los labios de los sabios esparcen conocimiento”
(Proverbios 15:7). Hagamos del maravilloso don del habla una herramienta para
alentar al que está caído, motivar al desanimado, proveer compañía al solitario
y sanar las heridas del que está lastimado.
Amiga,
encontrar las palabras correctas al hablar es uno de los desafíos que tendrás
que enfrentar en este día. Recuerda que: “Como naranjas de oro con
incrustaciones de plata son las palabras dichas a tiempo” (Proverbios 25:11).
Tomado de Meditaciones Matutinas para la
mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
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