Lugar: Papúa
Nueva Guinea
Palabra de Dios: Isaías 49:16
Durante
la Segunda Guerra Mundial, los militares asignaron a Herbert a un depósito de
suministros en Nueva Guinea. Poco después haber llegado allá, perdió sus placas
de identificación militar, y el ejército tuvo que hacerle unas nuevas. Las
placas quedaron enterradas en la arena, olvidadas.
Cuarenta
y tres años más tarde, Herbert recibió una carta por correo.
Una
pareja, de vacaciones en Nueva Guinea, había encontrado sus placas de
identificación mientras caminaba por la playa. Se las habían entregado a un
hombre que vivía en la zona, y él había logrado encontrar la dirección actual
de Herbert.
¿Cómo
sabía aquel hombre que las placas pertenecían a Herbert?
Porque
tenían grabados su nombre y su número de serie. También, tenían el nombre y la
dirección de su familiar más cercano, quien vivía en Morris, Oklahoma. El
hombre contactó al comisario de Morris, y el comisario se comunicó con la madre
de Herbert, y eventualmente sus placas de identificación llegaron a su dueño.
Las
placas de identificación no son lo único que tienen nombres grabados en ellas.
Algunas personas tienen sus nombres grabados en una placa o en un trofeo. A
veces, la gente graba un mensaje especial en un reloj o en una joya, como
regalo para alguien. El grabado es permanente. Es especial.
¿Alguna
vez te preguntaste cuánto te ama Dios? Oye lo que él dice: “Grabada te llevo en
las palmas de mis manos…” Tú y yo tenemos nuestros nombres grabados en las
palmas de sus manos; ¡en las manos de Dios! Él nunca nos olvidará, y siempre
nos amará.
Lecturas Devocionales
para Menores 2013
En algún lugar del
Mundo
Por Helen Lee Robinson
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