¿Has visto a alguien diligente en su trabajo? Se codeará con
reyes, y nunca será un Don Nadie. Proverbios 22:29
Desde
que los seres humanos dimos la espalda a Dios, nos hemos visto sometidos a
diversos tipos de yugos que nos imponen otras personas. Ya sea que se nos llame
sirvientes, obreros o empleados, todos estamos sujetos a la autoridad de un
superior o de un jefe. A nuestra naturaleza pecaminosa no le gusta el concepto
de autoridad porque rechaza todo lo que suene similar a sometimiento y
obediencia.
Sin
embargo, a Dios le agrada que tengamos la actitud adecuada ante nuestros
superiores, a los que debemos lealtad, respeto y obediencia. La propia Biblia
lo dice: “Esclavos, obedezcan a sus amos terrenales con respeto y temor, y con
integridad de corazón, como a Cristo. No lo hagan solo cuando los estén
mirando, como los que quieren ganarse el favor humano, sino como esclavos de
Cristo, haciendo de todo corazón la voluntad de Dios” (Efesios 6:5-6).
Estar
sujetos a la autoridad de nuestros jefes o empleadores con humildad y buen
espíritu es una actitud que adorna el carácter de los hijos de Dios, sin
importar quiénes sean ni cómo sean. Seremos servidores responsables y honestos,
independientemente del salario que tengamos. Reconoceremos en todo momento y
circunstancia que el trabajo es una bendición de Dios y nos dará alegría
realizarlo.
Sabemos
que tras todo esfuerzo vendrá la recompensa: “Lo que ganes con tus manos, eso
comerás; gozarás de dicha y prosperidad” (Salmos 128:2).
Amiga,
si en este momento te encuentras a punto de salir a tu lugar de trabajo, deseo
invitarte a generar en tu interior una buena disposición de ánimo, y lo
conseguirás si piensas que tu jefe supremo es Cristo Jesús. Cuando pienses así,
tu jornada diaria será placentera y también será el medio más eficaz para
llegar a la cúspide de la autorrealización, porque “el de manos diligentes
gobernará; pero el perezoso será subyugado” (Proverbios 12:24).
No
repares en esfuerzos. Sé confiable y diligente; busca siempre poner un sello de
calidad a todo lo que hagas, pues “las manos ociosas conducen a la pobreza; las
manos hábiles atraen riquezas” (Proverbios 10:4).
Tomado de Meditaciones
Matutinas para la mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
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