LA IRA DE CAÍN
Entonces
Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu
semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? Génesis 4:6, 7.
El Señor no ignoraba los resentimientos
acariciados por Caín, pero deseaba que él reflexionara sobre su conducta, y al
convencerse de su pecado se arrepintiera y colocara sus pies en el camino de la
obediencia. No había motivo para sus sentimientos de enojo hacia su hermano ni
hacia su Dios. Su propio descuido de la voluntad claramente expresada de Dios
había llevado al rechazo de su ofrenda... La ofrenda de Abel había sido
aceptada, pero esto era porque Abel había hecho en cada detalle lo que Dios
había requerido que hiciera. Esto no le robaba su primogenitura a Caín... Por
eso el asunto fue presentado claramente ante Caín; pero su combatividad fue
despertada porque su decisión fue puesta en tela de juicio y no se le permitió
seguir sus ideas independientes.
Estaba enojado con Dios y enojado con su
hermano. Estaba enojado con Dios porque él no aceptaría los planes de un
pecador en lugar de sus requerimientos divinos; y estaba enojado con su hermano
por estar en desacuerdo con él...
Caín invitó a Abel a caminar con él por el
campo, y allí dio expresión a su incredulidad y su murmuración contra Dios.
Aseguró que hacía el bien al presentar su ofrenda. Y cuanto más hablaba contra
Dios y ponía en duda su justicia y misericordia por haber rechazado su ofrenda
y aceptado la de su hermano Abel, más amargos se volvieran sus sentimientos de
ira y de resentimiento.
Abel defendió la bondad e imparcialidad de
Dios, y le señaló a Caín la razón simple por la cual Dios no aceptó su ofrenda.
El hecho de que Abel se atreviera a estar en
desacuerdo con él y fuera tan lejos como para señalarle sus errores, sorprendió
a Caín... El sentido común le decía a Caín que Abel tenía razón cuando habló de
la necesidad de presentar la sangre de una víctima herida, si deseaba que su
sacrificio fuese aceptado. Pero Satanás le presentó el asunto bajo otra luz.
Incitó a Caín a una locura furiosa, hasta que mató a su hermano, y el pecado de
homicidio fue colocado sobre su alma –Signs of the Times, 16 de diciembre de
1886.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el Corazón
Por Elena G. de White
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