LAS CUATROS ESTACIONES TRAEN ALEGRÍA
Me has dado a conocer la senda de la vida;
me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha. Salmo
16:11
Los
días grises repletos de nubes cargadas de lluvia son mis favoritos. Me dan la
oportunidad de mirar a mi interior, y esto me permite meditar en la grandeza de
Dios. Y qué decir de la llegada explosiva de la primavera, que hace brotar
millones de capullos de mil colores que deleitan la vista y perfuman cada
bocanada de aire.
Es
entonces cuando los pétalos caídos anuncian los frutos que darán alimento a todos
los seres que se nutren y gozan de la opulencia del verano. Más tarde, cuando
el otoño, con su tinte ocre, hace su llegada, toda la natura se adormece,
dándonos la promesa de un nuevo y pronto renacimiento.
La
vida se asemeja a las estaciones del año. El verano de la vida está adornado de
risas y llantos infantiles, que son una promesa de futuro. La primavera se
adorna con los encantos juveniles, y todas quisiéramos permanecer en ella
eternamente, debido a la abundancia de bienes y alegrías que nos provee. Los
adultos, vestidos de otoño, son serenos y productivos. Están en la cúspide de
la realización personal; caminan seguros, pues poseen un bagaje de ricas
experiencias que los hace útiles para hacer madurar y crecer a las nuevas
generaciones. Los que están en la etapa del invierno ven desfilar a los nuevos
participantes de la carrera de la vida, ahora más tranquilos, y en paz,
satisfechos por la labor cumplida, libres de toda prisa.
Querida
hermana, disfruta la estación vital en la que te encuentras. No te detengas en
el pasado, ni desaproveches las oportunidades del presente. Aprovecha las
buenas experiencias de antaño para construir tu vida en el “aquí y ahora”.
Continúa
con alegría. Todas las etapas traen consigo grandes desafíos y hermosas
sorpresas que debes aprender a disfrutar. Todo tiempo es bueno para crecer,
servir al prójimo y alabar a Dios.
Plena
de confianza y fe agradece a Dios por cada aliento, por cada día vivido, por
cada año cumplido, pues constituyen las más grandes bendiciones del Señor.
Tenemos
una hermosa promesa que debe transformarse en el aliciente diario para vivir:
“Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
Tomado de Meditaciones
Matutinas para la mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
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