Y
Moisés convino en morar con aquel varón. Éxodo 2:21.
En todos los que han sido escogidos para
cumplir una obra para Dios se nota el elemento humano... Conectados con Dios,
la fuente de toda sabiduría, los individuos pueden obtener el nivel más elevado
de excelencia moral...
Moisés había aprendido muchas cosas que
debía olvidar. Las influencias que lo habían rodeado en Egipto, el amor a su
madre adoptiva, su propia posición elevada como nieto del rey, la solemne grandeza
del arte, el libertinaje que reinaba por doquier, el imponente escenario del
culto idólatra, y la repetición constante por parte de los sacerdotes de
incontables fábulas sobre el poder de sus dioses; todo esto había dejado una
profunda impresión en su mente entonces en desarrollo, y hasta cierto punto
había amoldado sus hábitos y su carácter. El tiempo, el cambio de ambiente y la
comunión con Dios podían hacer desaparecer estas impresiones. Desechar las
semillas del error e implantar en su lugar la verdad exigiría, de parte de
Moisés mismo, un esfuerzo intenso y perseverante, una lucha de vida o muerte.
En todo momento, Satanás estaría dispuesto a fortalecer el error y desplazar la
verdad, pero aunque Dios designó que Moisés aprendiera por sí mismo a través de
la disciplina severa, él mismo sería su Ayudador constante contra Satanás
cuando el conflicto fuese demasiado severo para la fuerza humana...
La luz de la naturaleza y la revelación
proceden de la misma Fuente; enseñan grandes verdades y siempre concuerdan una
con la otra. Cuando Moisés vio que todas las obras creadas de Dios actúan en
sublime armonía con sus leyes, advirtió cuán irrazonable es que los seres
humanos se coloquen en oposición a la Ley de Dios. [Para Moisés] traer el
corazón y la mente a una conformidad total con la verdad y el cielo resultó en
el conflicto más difícil y el esfuerzo más prolongado; pero finalmente fue
victorioso...
Según pasaban años tras años y el siervo de
Dios permanecía en esta humilde posición, a una persona de menor fe le habría
parecido que Dios la había olvidado; que su habilidad y experiencia no serían
aprovechadas por el mundo.
Pero al vagar con sus rebaños silenciosos
por lugares solitarios, pensaba constantemente en la condición abyecta de su
pueblo. Recordaba la manera en que Dios había tratado con sus fi eles en el
pasado y sus promesas de un bien futuro, y su alma se extendía hacia Dios, para
interceder por sus hermanos cautivos. Sus fervientes oraciones hacían eco en
medio de las cavernas entre montañas día y noche. Nunca se cansaba de presentar
ante Dios las promesas hechas por él a su pueblo, y de rogarle por su
liberación – Signs of the Times, 19 de febrero de 1880.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
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