Y José dijo a sus hermanos: Yo
voy a morir; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a
la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob. Génesis 50:24.
Apenas unas pocas familias habían descendido
a Egipto, pero se habían convertido en una gran multitud. Rodeados por la
idolatría, muchos habían perdido el conocimiento del Dios verdadero y habían
olvidado su Ley.
Pero todavía había entre los israelitas
algunos que adoraban... al Hacedor de los cielos y de la tierra. Estos se
preocupaban profundamente cuando veían a sus hijos presenciar diariamente las
abominaciones del pueblo idólatra que los rodeaba... En su dolor, clamaban al
Señor pidiéndole liberación del yugo egipcio...
No ocultaban su fe, sino que declaraban a
los egipcios que ellos adoraban al único Dios verdadero y viviente. Y repasaban
las evidencias de su existencia y poder, desde la creación. Así, tuvieron los
egipcios oportunidad de conocer la religión de los hebreos y a su Dios...
Los ancianos de Israel trataron de sostener
la desfalleciente fe de sus hermanos, repitiéndoles las promesas hechas a sus
padres y las palabras proféticas con que, antes de su muerte, José predijo la
liberación de su pueblo de Egipto.
Algunos escucharon y creyeron; otros,
mirando las circunstancias que los rodeaban, se negaron a tener esperanza. Los
egipcios, al saber lo que pasaba entre sus siervos, se mofaron de sus esperanzas
y desdeñosamente negaron el poder de su Dios...
Los siervos fieles de Dios comprendieron que
por haberse apartado Israel como pueblo de Dios, y por su disposición a casarse
con idólatras y dejarse llevar a la idolatría, el Señor había permitido que
llegaran a ser esclavos en Egipto...
Muchos se conformaban con permanecer en la
servidumbre, antes que enfrentar las dificultades que acompañarían el traslado
a una tierra extraña; y los hábitos de algunos se habían hecho tan parecidos a
los de los egipcios que preferían vivir en Egipto. Por lo tanto, el Señor no
los libertó mediante la primera manifestación de su poder ante Faraón. Controló
los acontecimientos para que se desarrollara más plenamente el espíritu
tiránico del rey egipcio, y para dar a los israelitas, mediante las
manifestaciones del vasto poder [de Dios], percepciones más elevadas del
carácter divino, a fin de que estuvieran ansiosos por abandonar Egipto y
eligieran el servicio al Dios verdadero y misericordioso – Signs of the Times,
4 de marzo de 1880.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
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