He
aquí la mano de Jehová estará sobre tus ganados que están en el campo...con
plaga gravísima. Éxodo 9:3.
Faraón ahora fue advertido de un castigo aun
más terrible: una peste que caería sobre todo el ganado egipcio que estaba en
los campos. Se había dicho claramente que los hebreos serían exonerados; y
Faraón, al enviar mensajeros a las casas de los israelitas, comprobó que estos
habían escapado totalmente al castigo. Pero el rey se mantuvo obstinado,
hostigado en su persistencia por los sacerdotes y los magos.
Pero también estos habrían de experimentar
los juicios de Dios. Se ordenó a Moisés y a Aarón que tomasen cenizas del horno
y las esparcieran hacia el cielo delante de Faraón. Cuando se hizo esto, las
diminutas partículas se diseminaron por toda la tierra de Egipto, y doquiera
caían producían “sarpullido que produjo úlceras tanto en los hombres como en
las bestias”. Los magos, con todos sus encantamientos, no pudieron protegerse
contra la penosa plaga.
Ahora no podían presentarse ante Moisés y
Aarón, debido a la enfermedad. De esta manera los egipcios pudieron ver cuán
inútil para ellos era confiar en el poder del que habían alardeado los magos,
ya que ni siquiera podían protegerse a sí mismos.
Pero no hubo ninguna concesión de parte del
monarca... Entonces se amenazó a Faraón con una plaga de granizo que destruiría
el ganado y a todo hombre y mujer que se encontrara en el campo. Esta era una
oportunidad para probar el orgullo de los egipcios, y para mostrar cuántos
habían sido verdaderamente impactados por el maravilloso trato de Dios para con
su pueblo. Todos cuantos atendieron la palabra del Señor reunieron su ganado en
los establos y las casas, mientras los que menospreciaron la advertencia lo
dejaron en el campo. Al proveer así una vía de escape para todos los que
decidían tener en cuenta la advertencia, Dios mostró su misericordia, en medio
del castigo.
La tormenta llegó por la mañana según lo
predicho: truenos, granizo y fuego mezclados. Y destruyó toda hierba, desgajó
árboles e hirió a hombres y bestias. Hasta aquí ningún egipcio había perdido la
vida, pero ahora la muerte y la desolación marcaron la senda del ángel
destructor. Solo se salvó la región de Gosén. El Señor demostró a los egipcios
que toda la tierra está bajo el dominio del Dios de los hebreos, que incluso
los elementos obedecen su voz – Signs of the Times, 18 de marzo de 1880; ver
texto similar en Patriarcas y profetas, pp. 271-275.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White