Y será predicado este evangelio
del reino en todo el mundo,
para testimonio a todas las naciones;
y entonces
vendrá el fin.
Mateo 24:14.
El estudio de
las profecías bíblicas no fue la única reacción religiosa a la Revolución
Francesa. La segunda fue el mayor reavivamiento religioso que haya conmovido a
los Estados Unidos alguna vez. Desde comienzos de la década de 1790 y siguiendo
con la de 1840, el Segundo Gran Despertar hizo más que cualquier otra cosa en
la historia del joven país para transformar a los Estados Unidos en una nación
cristiana.
Hubo una
oleada de reformas sociales y personales que acompañaron el reavivamiento
religioso. Muchos han llegado a creer que los avances políticos y tecnológicos
de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX habían comenzado a proveer de la
maquinaria para la “creación del cielo en la Tierra”. Surgieron cientos de
movimientos reformistas con el propósito de mejorar a la sociedad humana.
Las sociedades
reformistas surgieron en el siglo XIX en casi cada ámbito concebible de interés
humano. Fue en esas décadas que las campañas en pro de la abolición de la
esclavitud, la guerra y el uso del alcohol llegaron a ser factores importantes
en la cultura estadounidense.
Además,
surgieron sociedades con el fin de promover la educación pública; para mejorar
el trato hacia los sordos, los ciegos, los discapacitados mentales y los
prisioneros; la igualdad de los sexos y las razas; etc. Más allá del ámbito
social, encontramos organizaciones patrocinadoras del avance personal, en
esferas como la reforma moral y la salud, incluyendo la Sociedad Vegetariana
Estadounidense.
Tanto
religiosos como secularistas aunaron energías y recursos, con la esperanza de
perfeccionar a la sociedad mediante una reforma. Pero, los religiosos fueron
más allá de sus contemporáneos, mediante el establecimiento de sociedades
bíblicas, sociedades misioneras nacionales y extranjeras, uniones de escuelas
dominicales y asociaciones para la promoción de la sacralidad del domingo. Por
primera vez, los cristianos protestantes sintieron la necesidad de predicar el
evangelio a todo el mundo.
Debido a las
reformas y al entusiasmo de la extensión misionera, las expectativas
milenaristas eran omnipresentes en la década de 1830. Charles Finney, el gran
evangelista estadounidense de la época, enunció la opinión predominante de las
iglesias, cuando escribió en 1835 que “si la iglesia hiciera su deber” en la reforma,
“el milenio llegaría a este país en tres años”.
La idea era
que las reformas y otros aspectos del Despertar prepararan al mundo para el
comienzo del milenio descrito en Apocalipsis 20, durante el cual la Tierra
continuaría mejorando, hasta que Cristo regresara al final de los mil años.
Fue un mundo
de frenesí milenarista al que Miller vino a predicar su mensaje adventista.
Como
resultado, iglesias de todas partes lo recibían con los brazos abiertos.
Dios había
preparado el camino. Siempre lo hace. Nuestro trabajo es seguir su conducción.
Meditaciones Matutinas para
adultos
“A MENOS QUE
OLVIDEMOS”
Por: George R. Knight
No hay comentarios.:
Publicar un comentario