Ustedes serán enriquecidos en todo sentido para que en toda ocasión
puedan ser generosos, y para que por medio de nosotros la generosidad de
ustedes resulte en acciones de gracias a Dios
(2 Corintios 9:11).
Probablemente
a ti, como a muchos otros jóvenes, te atrae el dinero. De hecho, uno de los
sueños de miles de jóvenes es hacerse ricos algún día. Incluso, un buen número
de estudiantes confiesa que uno de sus objetivos es amasar una buena fortuna.
Sin embargo, lo cierto es que no es el dinero lo que te hace feliz en la vida.
¿Por qué? En realidad, mucha gente rica confiesa que no es más feliz que los
empleados de sus empresas. Además, una de sus mayores preocupaciones es
conservar sus fortunas y no perder su alto nivel de vida, por lo que su vida no
es tan atractiva como muchos piensan.
El
texto de esta mañana dice algo muy interesante: Dios enriquece a sus hijos para
que practiquen la generosidad. ¡Vaya, eso sí que suena extraño! En la Biblia,
el dinero es un medio para honrar al Señor. Además, el uso de los recursos
económicos revela el carácter de cada ser humano, de ahí que su administración
sea un punto tan importante en la vida espiritual. En el fondo de la
generosidad hacia los demás se encuentra una de las grandes bendiciones del
cielo: la sensación de estar satisfecho. ¡Y eso sí que te hace ser feliz!
Se
cuenta de un pastor que, durante una Navidad, decidió visitar a una comunidad
indígena con víveres, juguetes y asistencia médica. En un principio, había
pensado hacerlo con unos cuantos amigos, pero luego invitó a los miembros de su
congregación que quisieran acompañarlo. El día señalado había un buen grupo
decidido a ir con él. La experiencia resultó altamente satisfactoria para todos
los asistentes: observar los rostros emocionados de los niños al recibir los
juguetes, mirar a las mujeres agradecidas recibiendo bolsas de alimentos y
ropa, así como las palabras de reconocimiento de los pacientes atendidos por
los médicos y las enfermeras, fueron momentos únicos. Todo el grupo regresó con
una fuerte sensación de satisfacción y, por lo tanto, de felicidad.
El
dinero no es malo. La cuestión es para qué quieres usarlo. Si decides usarlo de
manera egoísta, te aseguro que entrarás en una espiral interminable de
insatisfacción. Es decir, nunca serás plenamente feliz porque sentirás que
siempre te falta algo. En cambio, si decides usar el dinero de manera generosa,
entonces, harás que otros alaben al Señor a causa de tu bondad y eso te dará
grandes satisfacciones.
Que
Dios nos ayude a ser generosos.
Lecturas
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Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix Cortez
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