martes, 2 de julio de 2013

Damas

DEMOS PASO A LAS NUEVAS GENERACIONES


No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás. La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Filipenses 2:3-6

Hace algún tiempo asistí a un seminario para matrimonios en el que compartirla algunas charlas con una de mis antiguas alumnas, a quien aprecio ya que, cuando fui maestra de secundaria, estuvo en varias de las clases que me tocó impartir.
Ahora, después de unos cuantos años, hemos dejado de vernos como maestra y alumna. Más bien nos tratamos como dos profesionales que realizan su trabajo en un mismo campo. Mi alumna se ha convertido en una excelente psicóloga clínica, y en aquella ocasión me dejó asombrada por la forma en que compartía sus conocimientos.
Debo confesar que en más de un caso consideré conveniente reforzar mis charlas utilizando varias ideas de ella.
Algunas de nosotras hemos permanecido en el escenario de la vida durante varias décadas y nos hemos acostumbrado a ello. Sin embargo, es bueno reconocer que llega el momento en que debemos ceder el lugar a las generaciones más jóvenes que vienen detrás de nosotras. Al tomar en cuenta que poseemos un mayor cúmulo de experiencias, podremos asumir la posición de mentoras y guías.
Del mismo modo, al llegar el momento apropiado, Juan el Bautista fue capaz de decir respecto a Jesús: “A él le toca crecer, y a mí menguar” (Juan 3:30). Ojalá podamos tener esa misma actitud al ver cómo surgen nuevas dirigentes en un mundo de rostros renovados. Las ideas jóvenes son frescas e inyectan nuevos ánimos; lo rutinario sufrirá cambios, y la manera de hacer las cosas variará. Todo esto es algo siempre bueno y deseable.
Sentamos a ser espectadoras, escuchar en vez de hablar, aceptar indicaciones en lugar de darlas, demuestra madurez y equilibrio mental. Podremos actuar así si la humildad de Cristo se convierte en una virtud de nuestro carácter.
Querida hermana, un buen pensamiento para el día de hoy es: “El altivo será humillado, pero el humilde será enaltecido” (Provrebios 29:23).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado

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