Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas. Así tus graneros se llenarán a reventar y tus bodegas rebosarán de vino nuevo. Proverbios 3:9-10
Afanarnos
buscando recursos para cubrir nuestras necesidades es un mecanismo de
supervivencia. Dios, que nos conoce, lo sabe, por eso nos dice: “Fíjense en las
aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo,
el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?” (Mateo
6:26).
El ejemplo de las aves nos recuerda la necesidad de tener fe, confianza y seguridad de que nada nos va a faltar. La vida sencilla de los pajaritos debe hacernos comprender que la opulencia no proporciona felicidad, y que Dios siempre tiene cosas buenas para cada uno de sus hijos.
En una sociedad consumista que día a día intenta crear nuevas necesidades; en un medio que nos lleva de manera incesante a desear la posesión y el disfrute de mil y un artículos, podríamos pensar que Dios no nos bendice de acuerdo con nuestra devoción a él, cuando no podemos conseguir todo lo que deseamos. Nos olvidamos de que los almacenes del cielo pueden vaciarse infinitamente sobre los hijos y las hijas del Dueño del universo.
Las personas que padecen escasez en sus vidas harían bien en reflexionar con humildad respecto al uso que hacen de los bienes que poseen. Deberían tomar en cuenta que “el Señor no deja sin comer al justo, pero frustra la avidez de los malvados” (Proverbios 10:3).
Los bienes que poseemos son prestados. Debemos recordar que nos son concedidos con un propósito: para hacernos reconocer la bondad de Dios y para que desarrollemos un espíritu de gratitud, generosidad y satisfacción. La ropa que adquirimos es para cubrir nuestra desnudez, no para presumir de cuántas prendas diferentes tenemos: Los alimentos sirven para mantener una vida saludable, no para fomentar la glotonería.
El dinero que ganamos es para obtener aquello que nos provea bienestar, no para derrocharlo en placeres. Las propiedades son para enseñarnos a ser humildes y agradecidos, jamás deben tener el propósito de estimular o fomentar la codicia.
Querida hermana, en este día disfruta y confórmate con todo lo que Dios te da.
Agradece incluso por lo que no tienes. Haciendo así aprenderás a depender más de Dios.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la
mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
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