Yo os
sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así
los consoló, y les habló al corazón.
Génesis 50:21.
Los
hijos de Jacob volvieron a su padre con la grata noticia: “José vive aún, y él
es señor en toda la tierra de Egipto” (Génesis 45:26). Al principio, el anciano
se sintió abrumado. No podía creer lo que oía. Pero, al ver la larga caravana
de carros y animales cargados, y a Benjamín otra vez con él, se convenció y, en
la plenitud de su regocijo, exclamó: “Basta; José mi hijo vive todavía: iré, y
le veré antes que yo muera” (vers. 28). Quedaba otro acto de humillación para
los diez hermanos. Confesaron a su padre el engaño y la crueldad que durante
tantos años habían amargado la vida de él y la de ellos. Jacob no los había
creído capaces de tan vil pecado, pero vio que todo había sido dirigido para
bien, y perdonó y bendijo a sus descarriados hijos…
En
una visión nocturna, recibió la divina Palabra: “No temas de descender a
Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación. Yo descenderé contigo a
Egipto, y yo también te haré volver; y la mano de José cerrará tus ojos” (Génesis
46:3, 4).
El
encuentro entre José y su padre fue muy afectuoso. José saltó de su carro y
corrió a dar la bienvenida a su padre; lo abrazó y lloraron el uno sobre el
otro.
“Entonces
Israel dijo a José: Muera yo ahora, ya que he visto tu rostro, y sé que aún
vives” (Génesis 46:30)…
Los
últimos años de Jacob fueron más pacíficos. Sus hijos se habían arrepentido de
sus malos caminos; José le había sido devuelto; y estaba rodeado de todas las
comodidades que el primer ministro de Egipto podía dispensar. Y feliz en la
compañía de su hijo por tanto tiempo perdido, descendió quieta y apaciblemente
al sepulcro.
Poco
tiempo antes de su muerte, sus hijos se reunieron alrededor de su lecho de
muerte. Ahora, mientras sus hijos esperaban su última bendición, el Espíritu de
la inspiración se posó sobre él y declaró ante ellos sus vidas pasadas, y
también pronunció profecías de largo alcance futuro…
Jacob
había sido un padre afectuoso. No albergaba resentimientos hacia sus hijos
tristes. Los había perdonado. Los amó hasta el fin. Pero Dios, por el Espíritu
de la profecía, elevó la mente de Jacob por encima de sus sensaciones.
En
sus últimas horas, los ángeles lo rodeaban, y el poder de Dios reposaba sobre
él - Signs of the Times, 5 de febrero de 1880.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
No hay comentarios.:
Publicar un comentario