viernes, 5 de julio de 2013

LA AUTENTICIDAD COMO UN SELLO DE GARANTIA


Nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren. Así como participamos abundantemente en los sufrimientos de Cristo, así también por medio de él tenemos abundante consuelo. 2 Corintios 1:4-5

Hoy en día es común encontrar objetos falsos que se ofrecen como genuinos. La música y las películas se venden de manera “pirata”; asimismo el calzado y la ropa, las joyas y una interminable cantidad de objetos que tan solo son malas imitaciones de los originales. Únicamente al obtener un certificado de autenticidad podemos estar seguras de que un artículo costoso que hayamos adquirido sea verdadero.
En el ámbito espiritual también sucede algo parecido. Se ofrece un cristianismo falso a la vuelta de cada esquina, como la solución a los problemas de los seres humanos. En consecuencia, a muchos individuos les atrae comprar una verdad que no es legítima. Una verdad barata, de consumo masivo. Un cristianismo carente de compromisos, desprovisto de renuncias. Una verdad religiosa sin cambio de vida, sin sacrificios. Una espiritualidad que, parapetada detrás de la cruz, se acomoda a toda circunstancia humana.
Todo hombre y mujer que anhelan ser cristianos deberán buscar en la vida de Jesucristo el sello de autenticidad. Cuando caminamos con él y vivimos su vida y su muerte, entendemos que nuestra experiencia cristiana no debe estar basada en la comodidad y en la satisfacción de nuestros deseos personales.
¡El cristianismo verdadero produce cristianos verdaderos! Hombres y mujeres que están dispuestos a seguir el consejo del apóstol Pablo cuando dijo: “Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría” (Colosenses 3:5).
Amiga, Dios desea hacer de ti una cristiana genuina, en cuyo hogar se enarbole la bandera de la verdad a cualquier precio. El Señor anhela que seas de las mujeres dispuestas a sufrir por Cristo para llevar la salvación a tu hogar, a la iglesia y a la comunidad.
Que tu oración en este día incluya las palabras del apóstol Pablo: “Para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado

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