Gran remedio es el corazón alegre, pero el
ánimo decaído seca los huesos.
(Proverbios 17:22).
Una
de las relaciones más intrigantes que la ciencia no ha explorado todavía en
profundidad es la de la mente y el cuerpo. Es, sin embargo, una de las
relaciones más importantes. ¿Hasta qué punto afectan nuestros pensamientos y
emociones nuestra salud? Muchas veces tendemos a pensar que el mundo de los
pensamientos, las ideas y los sueños es profundamente personal y sin mayor
consecuencia, que podemos darle rienda suelta a lo que pensamos y soñamos
despiertos porque realmente no tiene consecuencias. ¿Es realmente así?
Existen
algunos fenómenos muy intrigantes, que no entendemos plenamente y que nos
hablan del poder que la mente tiene sobre el cuerpo. Se sabe, por ejemplo, que
algunas mujeres que desean desesperadamente quedar embarazadas pueden
desarrollar todos los síntomas de un embarazo real. Su vientre se hincha en
enorme proporción, los pezones se les manchan como a las mujeres embarazadas,
dejan de menstruar, producen leche y sienten las patadas del bebé. A este
fenómeno se lo conoce como embarazo psicológico.
Un
fenómeno igual, o quizá más intrigante, es el de los casos de personalidad
múltiple.
Es
un fenómeno en el que una persona puede asumir dos o más personalidades
distintas, cada una de las cuales no es consciente de las otras. Existen
informes en la bibliografía clínica de que una personalidad puede ser diabética
mientras que la otra no, o que las distintas personalidades pueden presentar
constantes vitales y perfiles hormonales diferentes.
De
hecho, se habla de un caso en que una de las personalidades puede ser alérgica
a una sustancia mientras que la otra no, y que una puede ser miope mientras que
la otra puede tener una visión óptima. ¿Cómo puede haber cambios físicos tan
notables al cambiar de personalidad?
Estos
fenómenos, aunque no totalmente comprendidos, hablan del tremendo poder que la
mente tiene sobre el cuerpo. Como dice el versículo de esta mañana, los
pensamientos y las emociones que permitimos que se apoderen de nuestra mente
ejercen una fuerte influencia sobre la salud. Si eres una persona optimista y
alegre y tus pensamientos son positivos, no solo tendrás una vida más feliz,
sino también más sana.
¿Por
qué esta mañana no levantas la cabeza, te pones tu mejor atuendo y sonríes?
Tu
cuerpo te lo agradecerá. Es una razón para afirmar el mandato divino de cuidar
nuestro cuerpo y nuestros pensamientos. Como dijo Elena de White: “Cada órgano
del cuerpo fue hecho para servir a la mente” (.Testimonios para la iglesia, t.
3, p. 153). Cuídalos con fidelidad.
Lecturas
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Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix Cortez
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