Lugar: Oklahoma, EE.UU.
Palabra de Dios: Proverbios 11:6, RVR
Carol
vio que el semáforo cambiaba de verde a amarillo, y luego a rojo. Apretó el
pedal del freno, pero su camioneta Chevrolet modelo 84 se negó a frenar. El
acelerador se había atascado, y el vehículo siguió andando. Al acercarse a una
esquina, Carol apretó frenéticamente el pedal del freno, pero no pasó nada.
“¡Oh,
no!” Todo lo que podía hacer era una mueca, mientras pasaba el semáforo en
rojo. Afortunadamente, no venía ningún auto del otro lado. Dando un suspiro de
alivio, apoyó ambos pies sobre el freno. La camioneta disminuyó un poco la
velocidad, y Carol logró detenerse al costado de la calle. Luego, llamó para que
remolcaran la camioneta hasta el taller más cercano.
-Nunca
me había pasado esto -le dijo al mecánico-. Apreté el pedal del freno, pero no
pasó nada. Y el pedal del acelerador estaba atascado.
El
mecánico levantó el capot, y rápidamente descubrió la respuesta al problema.
Bajo el capot, había una cantidad de nueces pacanas, unas cincuenta en total.
Aparentemente, una rata había decidido hacer su nido en la camioneta. Y una de
las nueces se había alojado al lado del cable del acelerador, haciendo que este
permaneciera abierto.
Una
nuez pacana no es muy grande, pero puede causar mucho daño; y, cuando hay una
pila de cincuenta nueces, los efectos pueden ser mortales. Lo mismo sucede con
los pequeños pecados que acariciamos en nuestra vida. Quizá sea algo que te
gusta mirar, cierto hábito que no quieres abandonar o amigos que hacen cosas
malas.
Recuerda:
“La justicia de los rectos los librará; más los pecadores serán atrapados en su
pecado”. No permitas que se amontonen cosas pequeñas en tu vida. Cuanto antes te
deshagas de ellas, mejor.
Lecturas Devocionales
para Menores 2013
En algún lugar del
Mundo
Por Helen Lee Robinson
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