Dijo también Faraón: He aquí
el pueblo de la tierra es ahora mucho, y vosotros les hacéis cesar de sus
tareas. Éxodo 5:5.
Habiendo recibido instrucciones de los
ángeles, Aarón salió a recibir a su hermano, de quien había estado tanto tiempo
separado. Se encontraron en las soledades del desierto, cerca de Horeb...
Juntos hicieron el viaje a Egipto; y habiendo llegado a la tierra de Gosén,
procedieron a reunir a los ancianos de Israel. Aarón les explicó cómo Dios se
había comunicado con Moisés, y este reveló al pueblo las señales que Dios le
había dado. “Y el pueblo creyó; y oyendo que Jehová había visitado a los hijos
de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron” (Éxodo
4:31).
La próxima tarea de los dos hermanos fue la
de comunicarse con el mismo rey. Entraron al gran palacio de Faraón como
comisionados de Jehová; sentían que Dios estaba allí, con ellos, y hablaron con
autoridad: “Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme
fi esta en el desierto” (Éxodo 5:1)...
Ya el rey había oído hablar de ellos y del
interés que estaban despertando entre el pueblo. Se encendió su ira...
El mismo día emitió órdenes a todos los
funcionarios que supervisaban el trabajo de los israelitas para que hicieran
aún más cruel y opresivo su trabajo. En aquel país, el material de construcción
más común eran los ladrillos secados al sol, con paja entremezclada con el
barro para darle consistencia. Incluso los mejores edificios se construían con
este material, y luego se recubrían de piedra.
El rey ordenó ahora que no se suministrara
más paja, pero exigía que se produjera la misma cantidad de ladrillos...
Cuando la exigencia del rey se concretó, el
pueblo se diseminó por todo el país para recoger rastrojo en vez de paja, pero
les fue imposible realizar la cantidad de trabajo acostumbrada. A causa del
fracaso, los capataces hebreos fueron azotados cruelmente...
Los hebreos habían esperado obtener su
libertad sin ninguna prueba especial de su fe, sin penurias ni sufrimientos
verdaderos. Pero aún no estaban preparados para la liberación. Tenían poca fe
en Dios y no querían soportar con paciencia sus aflicciones hasta que él los
libertara gloriosamente – Signs of the Times, 4 de marzo de 1880.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
No hay comentarios.:
Publicar un comentario