Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas,
dice el Señor Todopoderoso.
2 Corintios 6:18.
Se me ha
pedido que llame la atención de nuestro pueblo a la instrucción dada por el
Señor a Israel concerniente a la importancia de la separación del mundo…
Bajo el
gobierno de David, el pueblo de Israel ganó fortaleza y rectitud por medio de
la obediencia a la Ley de Dios. Pero los reyes que siguieron buscaron la
exaltación propia…
Dios los
soportó por largo tiempo, y los llamó a menudo al arrepentimiento.
Pero se
negaron a oír, y finalmente Dios se pronunció en juicio, mostrándoles cuán
débiles eran sin él. El vio que se proponían actuar según su propia voluntad, y
los entregó en manos de sus enemigos…
Las alianzas
formadas por los israelitas con sus vecinos paganos resultaron en la pérdida de
su identidad como el pueblo peculiar de Dios. Quedaron leudados por las malas
prácticas de aquellos con quienes formaron alianzas prohibidas.
La afiliación
con los mundanos causó que perdieran su primer amor y su celo por el servicio
de Dios. Las ventajas que se vendieron para obtener ganancia solo produjeron
chasco, y causaron la pérdida de muchas almas.
La experiencia
de Israel será la experiencia de todos los que buscan fortaleza en el mundo y
se apartan del Dios viviente. Quienes desprecian al Poderoso, la Fuente de toda
fortaleza, y se afilian con los mundanos, colocando su dependencia en ellos, se
vuelven débiles en fuerza moral, como aquellos en quienes confían.
Dios se acerca
con ruegos y promesas a los que están cometiendo errores.
Busca
mostrarles su error y llevarlos al arrepentimiento. Pero si se niegan a
humillar su corazón ante él, si luchan por exaltarse a sí mismos por sobre él,
tiene que pronunciarse en juicio contra ellos. Ninguna semejanza de intimidad
con Dios, ninguna afirmación de conexión con él se aceptará de los que
persisten en deshonrar a Dios afianzándose en el brazo del poder mundanal.
La palabra de
Dios hoy para su pueblo es: “Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el
Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por
Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas” (2 Corintios 6:17, 18)…
El pueblo de
Dios ha de distinguirse como un pueblo que lo sirve completamente, de todo
corazón, no buscando honor para sí mismos, y recordando que se han comprometido
a servir al Señor, y solo a él, por medio de un pacto muy solemne — Review and
Herald, 4 de agosto de 1875.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
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