Lugar: Sicilia
Palabra de Dios: Juan 10:9,10
Ake, un joven
marinero sueco, estaba parado en la cubierta del barco, observando las olas. En
su mano, tenía una botella vacía. “Ya se lo que voy a hacer”, pensó. Buscando
un pedazo de papel y una lapicera, escribió un corto mensaje. “Si eres una
chica linda, por favor, escríbeme. Me gustaría mantener correspondencia
contigo”. Luego, Ake colocó la notita en la botella y la tiró por la borda.
Unos pocos
meses más tarde, un pescador de Sicilia estaba en su pequeño bote de pesca,
cuando vio una botella flotando hacia él.
La recogió, y
encontró el mensaje en su interior. Riéndose, se llevó la botella a su casa.
-Paolina,
tengo algo para ti -dijo, mientras le brillaban los ojos.
-¿Qué es,
papá? -preguntó su hija.
-Un mensaje en
una botella. Tómalo.
Paolina se rió
cuando leyó la nota. Decidió seguir la corriente a lo que ella consideraba una
broma, y escribió una carta al joven marinero.
Él le
contestó, y pronto las cartas iban y venían. Luego de numerosas cartas,
Ake hizo los arreglos para ir a visitar a Paolina y a su familia. Entonces, en
el otoño de 1958, dos años después de haber arrojado la botella al mar, Ake y
Paolina se casaron en Sicilia. Paolina estaba contenta de no haber ignorado el
mensaje en la botella.
A nosotros
también se nos ha dado un mensaje, una invitación especial de Dios. Jesús dice: "Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Se
moverá con entera libertad, y hallará pastos. El ladrón no viene más que a
robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10:9-10, NVI).
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