Conservaos en el amor de Dios,
esperando la misericordia de nuestro
Señor Jesucristo
para vida eterna.
Judas 1:21.
Los que oigan
de los labios de Cristo las palabras “Bien, buen siervo fiel” serán ministros
heroicos de la justicia. Quizá nunca prediquen un discurso desde el pulpito
pero, leales a un sentido de lo que Dios les pide, servirán a las almas que han
sido compradas por la sangre de Cristo. Verán la necesidad de llevar a su
trabajo una mente dispuesta, un espíritu ferviente y un celo vigoroso y
desinteresado. No estudiarán cómo preservar mejor su propia dignidad, sino que
con solicitud y tacto buscarán ganar los corazones de las personas a quienes
sirven…
El apóstol
Pablo nos insta sobre las ventajas puestas a nuestro alcance. “Así que, amados
—nos dice-, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda
contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de
Dios” (2 Corintios 7:1). Si queremos ser hijos e hijas de Dios, hemos de separarnos
del mundo en espíritu y práctica. En su oración por sus seguidores,
Cristo pidió:
“No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es
verdad” (Juan 17:15-17).
Hay una obra
intensa ante cada uno de nosotros. Los pensamientos correctos, los motivos
puros y santos, no nacen naturalmente en nosotros. Hemos de luchar por ellos…
Quienes están bajo el control del Espíritu de Dios no buscarán su propio placer
o entretenimiento. Si Cristo preside en los corazones de los miembros de su
iglesia, responderán al llamado: “Salid de en medio de ellos, y apartaos” (2
Corintios 6:17). No sea partícipe de su pecado.
Dios tiene una
obra, que sus centinelas fieles han de cumplir en defensa de la verdad. Han de
advertir y apelar, mostrando su fe por sus obras. Han de sostenerse como Noé,
en una fidelidad noble y de toda el alma, con su carácter sin tacha del mal que
los rodea. Han de ser salvadores de la humanidad, tal como Cristo. Los obreros
que así se sostienen fieles a su cometido, se expondrán al odio y el reproche.
Se los acusará falsamente, para hacerlos caer de su elevada posición. Pero
tienen su fundamento sobre la Roca, y no se moverán.
Por su propia
rectitud moral y su vida circunspecta, advertirán, suplicarán, reprenderán el
pecado y el amor al placer - Review and Herald, 28 de noviembre de 1899.
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