jueves, 21 de noviembre de 2013

LA CAÍDA DE LOS ITZAJES - 1

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Declaren y presenten sus pruebas, deliberen juntos. ¿Quién predijo esto hace tiempo, quién lo declaró desde tiempos antiguos? ¿Acaso no lo hice yo, el Señor?
Fuera de mí no hay otro Dios; Dios justo y Salvador, 
no hay ningún otro fuera de mí
(Isaías 45:21).

La creencia de que el mundo antiguo de las culturas mesoamericanas (aztecas, mayas, olmecas, zapotecas, totonacas, etcétera) llegó a su fin cuando Hernán Cortés conquistó a los aztecas en 1521 está muy extendida, pero no fue así. El último reino mesoamericano en caer fue el de los itzajes mayas el 13 de marzo de 1697, casi dos siglos después de la caída de Tenochtitlán. Aquel reino se encontraba en lo que es hoy la isla de Flores, en Guatemala. La historia de su caída contiene importantes lecciones para nosotros.

Lo más asombroso de dicha caída es que supuestamente cumplió las antiguas profecías mayas. Numerosos documentos relatan cómo Ah Kaan Ek, el último rey maya, tenía un fuerte sentido de lo inevitable de la caída, porque las profecías sagradas decían que una nueva época habría de empezar. El año 1697 marcaba el final de la era.

Cuando fray Bartolomé de Fuensalida y fray Juan de Orbita visitaron el reino en 1618 para convertir a los mayas al cristianismo, Ah Kaan Ek les dijo: “Todavía no es tiempo de abandonar a nuestros dioses… Ahora es la era del 3 Ahau”. Después explicó: “Las profecías nos dicen que el tiempo vendrá para abandonar nuestros dioses, dentro de varios años, en la era del 8 Ahau”. David Stuart hace un buen análisis en su libro The Order of Days [El orden de los días].

Setenta y siete años después, fray Andrés de Avendaño y Loyola visitó el reino maya Itzaj convencido de que esta vez tendría éxito. Avendaño había estudiado una y otra vez las profecías mayas y llegado a la conclusión de que el tiempo que mencionara Ah Kaan Ek había llegado.

La misión de Avendaño tuvo un éxito modesto. Dos años después, Martín de Ursúa, gobernador de Yucatán, se lanzó a la conquista de los itzajes, pero cuando llegó a su capital Tayazal, ya estaba abandonada. Los itzajes habían cumplido su propia profecía.

¿Cómo podemos entender esta historia? ¿Conocían los vaticinadores mayas el futuro?

¿Podían ellos predecir los eventos que les acontecerían? ¿O será que Dios inspiró a esos profetas de alguna manera? Mañana lo analizaremos.

La Biblia dice, sin embargo, que solamente Dios conoce el futuro. Fuera de él, nadie más. No confíes en las palabras de otro poder porque son engañosas y te llevarán a la destrucción.

Confía en las promesas de Dios; ellas son la garantía de un futuro prodigioso.

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Por Félix Cortez

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