Declaren y presenten sus pruebas, deliberen juntos. ¿Quién predijo esto
hace tiempo, quién lo declaró desde tiempos antiguos? ¿Acaso no lo hice yo, el
Señor?
Fuera de mí no hay otro Dios; Dios justo y Salvador,
no hay ningún otro
fuera de mí
(Isaías 45:21).
La creencia de
que el mundo antiguo de las culturas mesoamericanas (aztecas, mayas, olmecas,
zapotecas, totonacas, etcétera) llegó a su fin cuando Hernán Cortés conquistó a
los aztecas en 1521 está muy extendida, pero no fue así. El último reino
mesoamericano en caer fue el de los itzajes mayas el 13 de marzo de 1697, casi
dos siglos después de la caída de Tenochtitlán. Aquel reino se encontraba en lo
que es hoy la isla de Flores, en Guatemala. La historia de su caída contiene
importantes lecciones para nosotros.
Lo más
asombroso de dicha caída es que supuestamente cumplió las antiguas profecías
mayas. Numerosos documentos relatan cómo Ah Kaan Ek, el último rey maya, tenía
un fuerte sentido de lo inevitable de la caída, porque las profecías sagradas
decían que una nueva época habría de empezar. El año 1697 marcaba el final de
la era.
Cuando fray
Bartolomé de Fuensalida y fray Juan de Orbita visitaron el reino en 1618 para
convertir a los mayas al cristianismo, Ah Kaan Ek les dijo: “Todavía no es
tiempo de abandonar a nuestros dioses… Ahora es la era del 3 Ahau”. Después
explicó: “Las profecías nos dicen que el tiempo vendrá para abandonar nuestros
dioses, dentro de varios años, en la era del 8 Ahau”. David Stuart hace un buen
análisis en su libro The Order of Days [El orden de los días].
Setenta y
siete años después, fray Andrés de Avendaño y Loyola visitó el reino maya Itzaj
convencido de que esta vez tendría éxito. Avendaño había estudiado una y otra
vez las profecías mayas y llegado a la conclusión de que el tiempo que
mencionara Ah Kaan Ek había llegado.
La misión de
Avendaño tuvo un éxito modesto. Dos años después, Martín de Ursúa, gobernador
de Yucatán, se lanzó a la conquista de los itzajes, pero cuando llegó a su
capital Tayazal, ya estaba abandonada. Los itzajes habían cumplido su propia
profecía.
¿Cómo podemos
entender esta historia? ¿Conocían los vaticinadores mayas el futuro?
¿Podían ellos
predecir los eventos que les acontecerían? ¿O será que Dios inspiró a esos
profetas de alguna manera? Mañana lo analizaremos.
La Biblia
dice, sin embargo, que solamente Dios conoce el futuro. Fuera de él, nadie más.
No confíes en las palabras de otro poder porque son engañosas y te llevarán a
la destrucción.
Confía en las
promesas de Dios; ellas son la garantía de un futuro prodigioso.
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