He peleado la buena batalla, he terminado la carrera,
me he mantenido
en la fe. Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez
justo, me otorgará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que
con amor hayan esperado su venida.
2 Timoteo 4:7-8
Muchos han
comparado la vida con una carrera de obstáculos que comienza el día en que
nacemos y concluye con la muerte. Sin embargo, para algunos habrá una segunda
etapa en la vida, esa que comenzará al heredar el reino de Dios, cuando todos
los obstáculos ya hayan sido superados. La Biblia dice que para correr la
carrera de la vida, debemos despojarnos de todo el peso que nos estorbe (Hebreos 12:1), para conquistar las metas que nos hemos propuesto con perseverancia y
tenacidad.
Cualquiera
podría pensar que la tecnología no está al alcance de las personas mayores, sin
embargo, hay quienes desafían esta creencia y demuestran lo contrario.
Sé de alguien
que se sentó frente a una computadora y logró dominarla (aunque tan solo
contaba con tres años de educación básica) cuando ya rozaba los setenta años.
Casi nada es imposible para quienes, con firme dedicación y disciplina diaria,
se disponen a alcanzar la excelencia. He visto a invidentes viajar solos y
tocar instrumentos musicales a la perfección; he sido testigo de la
participación en una carrera maratón de personas discapacitadas, así como de
otros tantos casos en los que algunas personas han alcanzado lo aparentemente
imposible.
Para correr la
carrera de la vida al estilo divino, es necesario quitar todo estorbo que
interrumpa nuestro avance, como la culpa, el desánimo o el miedo. Asimismo,
hemos de poner nuestros ojos en Cristo, el vencedor por excelencia. “Corramos
con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en
Jesús” (Hebreos 12:1-2).
El reconocido
predicador Matthew Henry declaró: “La preocupación desordenada por la
existencia, o el apego a ella, constituye un pesado lastre para el alma, que la
jala hacia abajo cuando debería ascender, y la tira hacia atrás cuando debe
avanzar. Esto hace que el deber y las dificultades sean más difíciles y
pesados”.
Amiga, no te
amilanes por los desafíos que tienes por delante. Acércate al Señor en oración,
acomoda la carga y suelta todo peso innecesario. Dios corre a tu lado.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la
mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
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