viernes, 15 de noviembre de 2013

PARA TERMINAR LA CARRERA

Portada Mujeres
He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, 
me he mantenido en la fe. Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me otorgará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que con amor hayan esperado su venida. 
2 Timoteo 4:7-8

Muchos han comparado la vida con una carrera de obstáculos que comienza el día en que nacemos y concluye con la muerte. Sin embargo, para algunos habrá una segunda etapa en la vida, esa que comenzará al heredar el reino de Dios, cuando todos los obstáculos ya hayan sido superados. La Biblia dice que para correr la carrera de la vida, debemos despojarnos de todo el peso que nos estorbe (Hebreos 12:1), para conquistar las metas que nos hemos propuesto con perseverancia y tenacidad.

Cualquiera podría pensar que la tecnología no está al alcance de las personas mayores, sin embargo, hay quienes desafían esta creencia y demuestran lo contrario.

Sé de alguien que se sentó frente a una computadora y logró dominarla (aunque tan solo contaba con tres años de educación básica) cuando ya rozaba los setenta años. Casi nada es imposible para quienes, con firme dedicación y disciplina diaria, se disponen a alcanzar la excelencia. He visto a invidentes viajar solos y tocar instrumentos musicales a la perfección; he sido testigo de la participación en una carrera maratón de personas discapacitadas, así como de otros tantos casos en los que algunas personas han alcanzado lo aparentemente imposible.

Para correr la carrera de la vida al estilo divino, es necesario quitar todo estorbo que interrumpa nuestro avance, como la culpa, el desánimo o el miedo. Asimismo, hemos de poner nuestros ojos en Cristo, el vencedor por excelencia. “Corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús” (Hebreos 12:1-2).

El reconocido predicador Matthew Henry declaró: “La preocupación desordenada por la existencia, o el apego a ella, constituye un pesado lastre para el alma, que la jala hacia abajo cuando debería ascender, y la tira hacia atrás cuando debe avanzar. Esto hace que el deber y las dificultades sean más difíciles y pesados”.

Amiga, no te amilanes por los desafíos que tienes por delante. Acércate al Señor en oración, acomoda la carga y suelta todo peso innecesario. Dios corre a tu lado.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado

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