Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia,
él que es el principio,
el primogénito de entre los muertos,
para que en todo tenga la preeminencia.
Colosenses 1:18.
“Cristo amó a
la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola
purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a
sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa
semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Efesios 5:25-27).
Cuando Dios
dio a su Hijo al mundo, hizo posible que los hombres y las mujeres fueran
perfeccionados por el uso de cada capacidad de su ser para la gloria de Dios.
En Cristo, les dio las riquezas de su gracia y un conocimiento de su voluntad…
La iglesia
todavía milita en un mundo que aparentemente se encuentra en la oscuridad de la
medianoche, y va de mal en peor. Aunque los requisitos de un simple “Así dice
Jehová” no son tomados en cuenta por el elemento mundano en la iglesia, las
voces de los siervos fieles de Dios han de fortalecerse para dar el mensaje
solemne de advertencia. Las obras que deberían caracterizar a la iglesia
militante y las obras de la iglesia que ha tenido la luz de la verdad para estos
tiempos no se corresponden. El Señor llama a los miembros de iglesia a vestirse
con las hermosas ropas de la justicia de Cristo…
Dios necesita
a hombres y a mujeres que obrarán en la sencillez de Cristo para traer el
conocimiento de la verdad ante quienes necesitan de su poder de conversión. El
mensaje de la justicia de Cristo debe proclamarse de un confín al otro confín
de la tierra. Nuestro pueblo debe ser despertado para que prepare el camino del
Señor. El mensaje del tercer ángel -el último mensaje de misericordia a un
mundo que perece- es tan sagrado, tan glorioso. La verdad ha de avanzar como
una lámpara que alumbra. La iglesia de Dios ha de dar a conocer misterios que
los ángeles deseaban contemplar; que los profetas, los reyes y los justos
deseaban conocer.
El maravilloso
sacrificio de Cristo por el mundo atestigua del hecho de que los hombres y las
mujeres pueden ser rescatados de la iniquidad. Si rompen con Satanás y
confiesan sus pecados, hay esperanza para ellos. Las personas –por pecadoras,
ciegas y miserables que sean— pueden arrepentirse y ser convertidas, y pueden
día tras día ir formando un carácter como el de Cristo. Los seres humanos
pueden ser reclamados, regenerados, y pueden aprender a vivir ante el mundo
vidas preciosas, semejantes a la de Cristo - Review and Herald, 22 de abril de
1909.
Meditaciones Matutinas para
adultos
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
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