Señor, Dios de mi salvación,
día y noche clamo en presencia tuya.
Que
llegue ante ti mi oración;
dígnate escuchar mi súplica.
Salmo 88:1-2
Las jornadas
de trabajo de toda madre de familia son sumamente intensas.
Desde que sale
el sol hasta que se oculta, la madre y la esposa cristiana se mantienen
ocupadas procurando el bienestar de los suyos. A veces, es poco el tiempo que
dedican a sus propias personas. Esto les provoca un gran desgaste, y puede
motivar que se vean afectadas por el mal humor. Si eso sucede, su capacidad de
servicio se reducirá, y los deberes del hogar la harán sentir mucho más
abrumada.
Mi querida
amiga y ama de casa, si tú eres el tipo de mujer que corre frenéticamente todo
el día para atender tu hogar y al final de tus trajines te sientes
decepcionada, ¡no te desesperes! Puedes hacer algunos cambios sencillos a fin
de que tu situación ya no sea la misma. El primer paso es darse cuenta del
problema y decidir racionalmente ponerle solución.
La primera
“parada” que debes realizar en tu frenética carrera es descansar a los pies del
Maestro. Puedes hacer esto dondequiera que te encuentres, ya sea en el mercado,
en la cocina, en el lavadero o quizá de camino a la escuela. Sin importar dónde
estés, eleva tu corazón al Señor y recibirás ayuda. Toma en cuenta que no hay
un momento o lugar en el que sea impropio orar. No permitas que te agobien las
circunstancias. No existe nada que nos impida elevar nuestro corazón al Cielo
en oración.
A continuación
necesitas reconocer que los beneficios recibidos al descansar en Dios son de
vital importancia. Tener comunión con Dios nos prepara para hacer frente a los
desafíos del día. De esa forma obtendremos una gran paz interior. Una madre
irritada y regañona puede alejar la influencia transformadora del Espíritu
Santo, y por ello su familia quedará a merced de las influencias negativas el
enemigo.
Si eres una
mujer cuyo corazón está abierto a recibir el apoyo y la bendición de Dios,
podrás crear una atmósfera sana para interactuar con tus seres queridos.
Amiga, al
concluir esta lectura, invita a Jesús para que te bendiga con su santa
presencia. Estoy segura de que serás colmada de paz y de fortaleza para
enfrentar los desafíos de este día.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la
mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
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