miércoles, 27 de noviembre de 2013

ROBERT OPPENHEIMER

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Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, 
fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida!
(Romanos 5:10).

Julius Robert Oppenheimer fue uno de esos personajes que demostraron talento extraordinario desde que eran muy jóvenes. Estudió química y física desde pequeño. Además, durante la infancia llevó a cabo experimentos en el laboratorio. Era también un apasionado coleccionista de rocas e inició un diálogo por correspondencia con los geólogos locales al respecto de ciertas observaciones que había hecho de diferentes formaciones rocosas de Central Park, en la ciudad de Nueva York. Los geólogos quedaron tan impresionados que lo invitaron a dar una conferencia ante la Sociedad de Mineralogía de Nueva York, sin saber que tenía solo doce años. Cuando se dispuso a exponer la presentación tuvieron que conseguir un cajón de madera sobre el que se pudiera subir para alcanzar el atril.

Sin embargo, Robert Oppenheimer luchaba con problemas de depresión. Después de graduarse de la Universidad de Harvard, estudió física teórica en la Universidad de Cambridge con Patrick Blackett, quien había ganado el Premio Nobel de Física. Blackett insistía en que Oppenheimer pusiera atención a las minucias de la física experimental, cosa que odiaba.

Esto hizo que Oppenheimer se abatiera emocionalmente cada vez más, hasta que llegó el momento en que trató de envenenar a su maestro con una mezcla de sustancias químicas del laboratorio. Por fortuna, Blackett se dio cuenta de que algo andaba mal e informó a las autoridades universitarias. Oppenheimer fue llamado a comparecer ante la junta disciplinaria de la universidad por intento de homicidio. Lo más sorprendente es que la Universidad de Cambridge, después de discutir el asunto, decidió no expulsarlo, sino ponerlo a prueba y exigirle que tuviera sesiones regulares con un famoso psicólogo de Londres.

¿Te lo imaginas? La universidad decidió perdonar y ayudar a una persona que había intentado asesinar a uno de sus profesores más importantes. Dios hizo algo más sorprendente todavía. Cuando la humanidad se rebeló contra él en el jardín del Edén, Dios decidió no exterminarla.

En cambio, envió a su Hijo amado para morir por nosotros y salvarnos. ¿Por qué? Cambridge ayudó a Oppenheimer porque sabía que en el futuro haría brillantes contribuciones al conocimiento. Dios lo hizo por amor. Nos amó aunque éramos sus enemigos.

Aquellos que han entendido el amor del Señor le entregan sus vidas y viven para él, pero no para recompensar su bondad, sino porque lo aman.

Hay muchas razones por las cuales Dios quiere salvarnos. La principal es porque nos ama. ¿Vas a corresponder tú a ese inmenso amor?

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Por Félix Cortez

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