No te vuelvas orgulloso ni olvides al Señor tu Dios,
quien te sacó de
Egipto, la tierra donde viviste como esclavo. [...] No se te ocurra pensar:
Esta riqueza es fruto de mi poder y de la fuerza de mis manos” (Deuteronomio
8:14,17).
El
psicólogo Roger Barnsley fue el primero en notar, a mediados de la década de
los ochenta, el fenómeno de la edad relativa. Se refería al hecho de que, por
un margen abrumador, la gran mayoría de los jugadores profesionales de hockey
sobre hielo había nacido en el mes de enero. Había cinco veces y medio más
jugadores nacidos en enero que en noviembre, por ejemplo. El segundo mes con
más incidencia era febrero; y marzo, el tercero.
La razón es
muy sencilla. La fecha límite para la elegibilidad en las ligas infantiles es
el 1 de enero. Esto quiere decir que un niño nacido el 1 de enero de cierto
año, jugará con un niño nacido el 20 de noviembre del mismo año. Esta
diferencia de edad en la infancia y la preadolescencia es muy significativa.
Los niños con mayor edad son más grandes y maduros físicamente y probablemente
acabarán jugando con las estrellas. En la siguiente liga los reclutarán mejores
equipos y tendrán mejores entrenadores. Esto quiere decir que el sistema de
ligas infantiles favorece a los niños nacidos al principio del año. Lo mismo
sucede en el béisbol. La mayoría de los jugadores nacieron en agosto. La fecha
límite de elegibilidad es el 31 de julio. En el equipo nacional checo de fútbol
juvenil de 2007, quince de los 21 jugadores habían nacido entre enero y marzo y
ninguno después de septiembre. La fecha límite de elegibilidad es el 1 de
enero.
¿Por qué te
menciono todo esto? Si damos una cruda mirada a la realidad nos daremos cuenta
de que el éxito no depende únicamente de nuestro trabajo personal. Depende
también de las oportunidades que recibimos. Algunos tienen más oportunidades
que otros para alcanzar el “éxito” en esta vida. Pero eso no importa. El éxito
temporal se acabará.
Todos tenemos,
sin embargo, la máxima oportunidad para ser salvos. Sin importar en qué fecha
nacimos, el Espíritu Santo trabajará incansablemente para “favorecer” nuestra
salvación.
A fin de
cuentas, se habrán hecho todos los esfuerzos para llevar a cabo la salvación de
cada individuo. Así que no importa cuánto éxito tengamos en las cosas
temporales o en las cosas eternas; nunca debemos olvidar que las ventajas que
Dios nos dio hicieron posible nuestras victorias. El Señor te ama y puede hacer
que salgas vencedor.
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