Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán
la sana doctrina, sino que
teniendo comezón de oír,
se amontonarán maestros conforme a sus propias
concupiscencias.
2 Timoteo 4:3.
Muchos
proponen que las tinieblas intelectuales y morales prevalecientes durante la
Edad Media favorecieron el esparcimiento de dogmas, superstición y la opresión
de parte del papado, y que la difusión general del conocimiento y la aceptación
casi universal de los principios de la libertad religiosa prohíben un
reavivamiento de la superstición y la tiranía. Es verdad que una gran luz
—intelectual, moral y religiosa- está brillando sobre esta generación.
Desde 1844, la
luz del cielo de cielos ha brillado desde la puerta abierta del Templo de Dios.
Pero debe recordarse que cuanto mayor es la luz conferida, mayores son el
engaño y las tinieblas de los que rechazan la Palabra de Dios y aceptan
fábulas, enseñando como doctrina los mandamientos de hombres.
Satanás
incitará la indignación del cristianismo apóstata contra el humilde remanente
que conscientemente se niega a aceptar costumbres y tradiciones falsas. Cegados
por el príncipe de las tinieblas, los religiosos populares pensarán como él y
sentirán como él… La libertad de conciencia, que ha costado tanto sacrificio,
ya no será respetada. La iglesia y el mundo se unirán, y el mundo prestará a la
iglesia el poder para aplastar el derecho del pueblo a adorar a Dios según su
Palabra.
El decreto que
se proclamará contra el pueblo de Dios en el futuro cercano es similar al
decreto de Asuero contra los judíos en el tiempo de Ester, en algunos aspectos.
El edicto persa surgió de la malicia de Amán contra Mardoqueo.
Mardoqueo no
le había hecho daño a Amán, pero se había negado a alimentar su vanidad,
mostrándole la debida reverencia únicamente a Dios…
La historia se
repite a sí misma. La misma mente magistral que conspiró contra los fieles en
las épocas pasadas ahora se ocupa en ganar control de las iglesias
protestantes, para por medio de ellas condenar y producirles la muerte a todos
los que no adoren el sábado idolátrico. No tenemos guerra contra meros
mortales, como podría parecer. No luchamos contra carne y sangre, sino contra
principados, contra potencias y gobernantes de las tinieblas de este mundo,
contra malicias espirituales en las alturas. Pero, si el pueblo de Dios coloca
su confianza en él, y por la fe depende de su poder, las artimañas de Satanás
serán vencidas en nuestro tiempo de manera tan notable como en los días de
Mardoqueo - Signs of the Times, 8 de noviembre de 1899.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
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