sábado, 16 de noviembre de 2013

¡VICTORIA AL FIN!

Portada Desde el corazon
Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente. Apocalípsis 14:1.

Habrá de salir un decreto que dictará que todos los que no reciban la marca de la bestia no puedan comprar ni vender, y finalmente sean matados.

Pero los santos de Dios no recibirán esta marca. El profeta de Patmos contempló a los que habían obtenido la victoria sobre la bestia y sobre su imagen, sobre su marca y el número de su nombre, de pie sobre el mar de cristal, con las arpas de Dios y cantando el himno de Moisés y del Cordero.

La prueba reveladora vendrá a toda alma: ¿Obedeceré a Dios antes que a los hombres? La hora decisiva está a las puertas. Satanás está ejerciendo un esfuerzo supremo, en la furia de una última lucha desesperada contra Cristo y sus seguidores. Los falsos maestros están empleando todo artificio posible para estimular al pecador empedernido en su rebelde atrevimiento, para confirmar a los inquisitivos, los dudosos, los incrédulos, y si fuere posible, para engañar por medio de tergiversaciones y falsedades a los mismos escogidos. ¿Quiénes están preparados para colocarse firmemente bajo el estandarte en que está inscrito:  “Los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”? Cristo nunca compró paz y amistad por medio de transigencias con el mal.

Aunque su corazón rebosaba de amor hacia la raza humana, no podía consentir sus pecados. Debido a que amaba a los hombres y a las mujeres, reprobaba severamente sus vicios. Su vida de sufrimiento, la humillación a la que fue sometido por una nación perversa, muestran a sus seguidores que no deben sacrificarse los principios. El pueblo probado de Dios debe mantenerse en guardia, con oración ferviente para que, en sus ansias por prevenir la discordia, no vayan a rendir la verdad y deshonren así al Dios de la verdad. Obtener la paz por medio de concesiones pequeñas a las agencias de Satanás, es pagar un precio demasiado caro. La menor renuncia a los principios nos enreda en la trampa del enemigo.

Pablo escribe a los romanos: “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Romanos 12:18). Pero existe una línea que no puede cruzarse con la intención de mantener la unión y la armonía, sin sacrificar los principios. Entonces la separación se convierte en un deber absoluto.

Deben respetarse las leyes de las naciones cuando no entran en conflicto con las leyes de Dios. Pero, cuando hay un choque entre ambas, todo discípulo verdadero de Cristo dirá como el apóstol Pedro cuando se le exigió que no hablara más en el nombre de Jesús: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29) - Signs of the Times, 8 de noviembre de 1899.

Tomado de  Meditaciones Matutinas para adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White

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