He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo. Apocalipsis 22:12.
Mire a su
alrededor, en el mundo de hoy. ¿Se escucha la voz de la oración en medio del
ruido de la confusión? Se erigen altares, pero no es a Dios a quien se ofrecen
sacrificios. Hay muchos engañadores, ladrones y asesinos. El orgullo de la
familia y las riquezas aportan a la obra de la destrucción del alma.
La avaricia,
la sensualidad, la malicia, son los atributos que abundan. Miles se encuentran
al borde de la perdición. ¿Acaso no los ve, muchos de ellos perdidos,
eternamente perdidos, mientras los cristianos profesos duermen el sueño de la
indiferencia?
Se necesitan
hombres y mujeres fervientes y dispuestos al sacrificio; hombres y mujeres que
acudan a Dios, y con mucho clamor y lágrimas intercedan por las preciosas almas
que van rumbo a la ruina… Cristo dio su vida para salvar a los pecadores, y
dice a sus seguidores: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda
criatura” (Marcos 16:15). “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el
fin del mundo” (Mateo 28:20). Él ha colocado ante nosotros la obra que ha de
hacerse, y ha declarado que nos dará poder para su cumplimiento…
La obra está
cerrándose rápidamente, y está aumentando la maldad por todas partes. Tenemos
poco tiempo para trabajar. Dios no desea que nadie se pierda. Él ha provisto
abundantemente para la salvación de todos. Si su pueblo hubiera salido como
debió hacerlo, y hubiera dado la invitación de misericordia, muchas almas
habrían sido ganadas para Cristo. Despertémonos del sueño espiritual y
consagremos todo lo que tenemos y somos al Señor. Su Espíritu morará con los
misioneros genuinos, equipándolos con poder para el servicio.
Dios es una
fuente rebosante de eficiencia y fortaleza. El evangelio es el poder de Dios
para salvación de todo aquel que cree. Cuando se utiliza este poder, se notará
que es más que suficiente para enfrentar el poder del enemigo.
Para nosotros,
que creemos en Cristo, es imposible ver la obra que necesita llevarse a cabo y
no hacer nada. La iglesia ha de recibir diariamente del cielo el bálsamo
curador de la gracia de Dios, para impartir al necesitado y al que sufre.
La iglesia de
Dios carga las responsabilidades más sagradas y los privilegios más gloriosos.
Todos los que creen en el mensaje del pronto regreso de Cristo, saldrán a hacer
algo por el Maestro… En la obediencia práctica al mandato divino, su confianza
aumentará y se multiplicarán sus talentos - Signs of the Times, 28 de noviembre
de 1906.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
No hay comentarios.:
Publicar un comentario