Palabra de Dios: Santiago 1:22-24
¿Te imaginas
tener que buscar agua cada vez que quieres ver cómo te ves? Eso es lo que hacía
la gente antes de que se inventaran los espejos. Buscaban un estanque de agua
clara, donde pudieran verse reflejados. No sorprende que alguien haya decidido
crear una alternativa más conveniente.
De acuerdo con
los historiadores, los espejos aparecieron, probablemente, en la región de
Mesopotamia en la Edad de Bronce, unos 3.500 años antes de Cristo. Pronto, se
convirtieron en objetos codiciados.
Los espejos no
estaban hechos de vidrio, como los que tenemos hoy, sino de bronce pulido. Al
comienzo, tenían mangos sencillos de madera, marfil u oro. Luego, los artesanos
comenzaron a crear mangos con diseños más elaborados, como animales, flores y
aves. También, comenzaron a usar otros metales, como plata y oro.
Durante
siglos, la gente usó espejos de metal. Luego, en el siglo XIV, los sopladores
de vidrio de Venecia comenzaron a fabricar espejos de vidrio. El vidrio no era
completamente liso, por lo que, cuando la gente se miraba, su imagen se veía
nublada y distorsionada. No fue sino hasta 400 años más tarde que un francés se
las ingenió para extender hojas de vidrio lisas y sin distorsiones. Y así es
como tenemos nuestros espejos hoy.
La Biblia
dice: “No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan
ustedes mismos. Llévenla a la práctica. El que escucha la palabra pero no la
pone en práctica es como el que se mira el rostro en un espejo y, después de
mirarse, se va y se olvida en seguida de cómo es”.
Eso no suena
muy inteligente, ¿verdad? La próxima vez que te mires al espejo, recuerda este
versículo bíblico. No seas como el hombre que se mira y luego se olvida.
Escucha la Palabra de Dios, y haz lo que ella te dice.
Lecturas Devocionales para Menores 2013
En algún lugar del Mundo
Por Helen Lee Robinson
No hay comentarios.:
Publicar un comentario