Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a
vosotros vuestro Padre celestial.
Mateo 6:14.
Cristo nos
enseñó a orar: “Perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros
deudores” (Mateo 6:12). Pero, incluso para los que aseveran ser seguidores de
Jesús es muy difícil perdonar como él perdonó. El verdadero espíritu del perdón
es tan poco practicado, y se interpreta de tantas maneras el requisito de
Cristo, que se han perdido de vista su fuerza y su belleza.
Tenemos
perspectivas muy inciertas de la gran misericordia y el cariño de Dios. Él está
lleno de compasión y perdón, y perdona libremente cuando nos arrepentimos de
verdad y confesamos nuestros pecados… Debemos integrar en nuestro carácter el
amor y la simpatía expresados en la vida de Cristo…
Si hemos
recibido el don de Dios y tenemos un conocimiento de Jesucristo, tenemos una
obra que hacer por los demás. Debemos imitar la paciencia de Dios con nosotros.
El Señor requiere de nosotros que demos a sus seguidores el mismo trato que
recibimos de él. Hemos de ejercer paciencia y ser amables, aunque no cumplan
nuestras expectativas. El Señor espera que seamos piadosos y cariñosos; que
tengamos corazones llenos de simpatía. Desea que mostremos los frutos de la
gracia de Dios en nuestro comportamiento para con otros.
Cristo no
dijo: Pueden tolerar a su prójimo, sino: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
(Mateo 22:39). Esto significa mucho más que lo que los profesos cristianos
llevan a cabo en su vida diaria…
Cristo procede
a enseñar que los principios de la Ley de Dios incluso alcanzan las intenciones
y los propósitos de la mente. Y declara llanamente que si mantenemos fielmente
los diez preceptos, amaremos a nuestro prójimo como a nosotros mismos…
Una vida
religiosa consistente, una santa conversación, un ejemplo piadoso, una
benevolencia sincera, marcan a los representantes de Cristo. Se esforzarán por
sacar a los pecadores como ascuas del fuego; cumplirán todo deber fielmente.
Así se convertirán en un fanal de luz.
Lector,
estamos cerca del juicio. Se nos han confiado talentos. Que ninguno de nosotros
sea condenado como siervo holgazán. Envíe las palabras de vida a los que están
en tinieblas. Que la iglesia sea leal a su cometido. Sus oraciones fervientes y
humildes harán efectiva la presentación de la verdad, y Cristo será glorificado
- Review and Herald, 19 de mayo de 1910.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
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