¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti
espera el Señor: practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante
tu Dios (Miqueas 6:8).
Se
cuenta la historia de un cristiano de la antigüedad que se llamaba Antonio. Con
el fin de alcanzar la perfección mediante la abnegación y la reflexión, se fue
a vivir al desierto.
En ese lugar
llegó a sentirse bastante satisfecho de sí mismo. Cierto día en que expresaba
en alta voz su convicción de que era el más santo de los habitantes de la
tierra, escuchó una voz que reconoció era la del Señor.
-No, Antonio
-le dijo la voz- Conrado el zapatero remendón que vive en Jerusalén es más
santo que tú.
-¿Qué hace él
que no haga yo? -preguntó Antonio.
-Anda, y verás
por ti mismo de qué se trata -le replicó el Señor.
Cuando llegó a
Jerusalén, Antonio encontró el humilde taller de Conrado, el zapatero remendón.
Cuando le preguntó qué había hecho para que el Altísimo lo considerara más
santo que él, Conrado respondió:
-He hecho poco
además de sentarme aquí y remendar los zapatos que me trae la gente.
Pero arreglo
cada par como si se tratara de las mismas sandalias de Jesús. Eso es todo lo
que hago, y siento que es muy poco.
Se dice que
Antonio inclinó humildemente la cabeza y partió de allí, decidido a regresar
adonde vivía la gente para servirla como si sirviera al Señor mismo. Cuando
estamos dispuestos a humillarnos, a vaciarnos de nosotros mismos para
convertimos en vasijas capaces de contener las misericordias de Dios, y caminar
humildemente por los senderos del servicio, el Señor nos puede utilizar. Nos
llenará de bendiciones para que las compartamos con los que nos rodean.
Quizá hayas
escuchado la anécdota de aquella niñita que oró: “Querido Señor, haz que toda
la gente mala se convierta en buena, y que la gente buena sea amable”. Es un
desafío para que nosotros manifestemos el amor y la bondad de Cristo. Es decir,
humillarnos para andar con Cristo también significa ser amables y bondadosos
con los demás. Elena de White dice: “La religión no es solo un conjunto de
doctrinas áridas, sino una fe práctica que santifica la vida y corrige la
conducta en el círculo familiar y en la iglesia” (Testimonios para la iglesia,
t. 4, p. 337).
Cristianos
educados, amables, bondadosos como era Jesús, son los que heredarán el reino de
los cielos. ¿Actúas con amabilidad y bondad en tu hogar y en la iglesia?
Lecturas
Devocionales para Jóvenes 2013
¿Sabías qué..?
Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix Cortez
No hay comentarios.:
Publicar un comentario