viernes, 8 de noviembre de 2013

EL ZAPATERO MAS SANTO

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¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios (Miqueas 6:8).

Se cuenta la historia de un cristiano de la antigüedad que se llamaba Antonio. Con el fin de alcanzar la perfección mediante la abnegación y la reflexión, se fue a vivir al desierto.

En ese lugar llegó a sentirse bastante satisfecho de sí mismo. Cierto día en que expresaba en alta voz su convicción de que era el más santo de los habitantes de la tierra, escuchó una voz que reconoció era la del Señor.

-No, Antonio -le dijo la voz- Conrado el zapatero remendón que vive en Jerusalén es más santo que tú.

-¿Qué hace él que no haga yo? -preguntó Antonio.

-Anda, y verás por ti mismo de qué se trata -le replicó el Señor.

Cuando llegó a Jerusalén, Antonio encontró el humilde taller de Conrado, el zapatero remendón. Cuando le preguntó qué había hecho para que el Altísimo lo considerara más santo que él, Conrado respondió:

-He hecho poco además de sentarme aquí y remendar los zapatos que me trae la gente.

Pero arreglo cada par como si se tratara de las mismas sandalias de Jesús. Eso es todo lo que hago,  y siento que es muy poco.

Se dice que Antonio inclinó humildemente la cabeza y partió de allí, decidido a regresar adonde vivía la gente para servirla como si sirviera al Señor mismo. Cuando estamos dispuestos a humillarnos, a vaciarnos de nosotros mismos para convertimos en vasijas capaces de contener las misericordias de Dios, y caminar humildemente por los senderos del servicio, el Señor nos puede utilizar. Nos llenará de bendiciones para que las compartamos con los que nos rodean.

Quizá hayas escuchado la anécdota de aquella niñita que oró: “Querido Señor, haz que toda la gente mala se convierta en buena, y que la gente buena sea amable”. Es un desafío para que nosotros manifestemos el amor y la bondad de Cristo. Es decir, humillarnos para andar con Cristo también significa ser amables y bondadosos con los demás. Elena de White dice: “La religión no es solo un conjunto de doctrinas áridas, sino una fe práctica que santifica la vida y corrige la conducta en el círculo familiar y en la iglesia” (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 337).

Cristianos educados, amables, bondadosos como era Jesús, son los que heredarán el reino de los cielos. ¿Actúas con amabilidad y bondad en tu hogar y en la iglesia?

Lecturas Devocionales para Jóvenes 2013
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Por Félix Cortez

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