martes, 5 de noviembre de 2013

RABANOS O REMOLACHAS

Portada Jovenes
Efraín se mezcla con las naciones; parece una torta cocida de un solo lado (Oseas 7:8).

Buen símil, ¿verdad? El profeta, por inspiración divina, compara a Israel (Efraín) con una torta puesta sobre las brasas, que no se ha volteado y, por lo tanto, se quema por un lado y queda cruda por el otro. Con eso quería ilustrar la condición espiritual de Israel como resultado de haberse mezclado con otras naciones. La torta era una especie de pan delgado que se cocía rápidamente sobre cenizas o piedras calientes. Pero debía voltearse con rapidez, pues de otro modo se quemaba de un lado y quedaba cruda por el otro. El Comentario bíblico adventista dice: “Esta es una gráfica descripción de inconsecuencia e inconstancia espirituales. Los israelitas declaraban que eran adoradores [del Señor], pero estaban entregados a la idolatría de los paganos”.

Esto me recuerda a la pareja que buscaba una alfombra y aprendió que hay dos métodos para darle color: el método del “rábano” y el de la “remolacha”. En el método del rábano la alfombra se teje con hilos de un color neutro que luego se tiñe. El resultado es una alfombra que se parece a un rábano: rojo en la superficie y blanco en su núcleo. Las alfombras tejidas con el método de la remolacha están formadas con fibras saturadas de un color específico.

No necesitan teñirse y se parecen a la raíz que les da el nombre, la remolacha, rojas por fuera y por dentro. El método del rábano es efectivo, pero estas alfombras pierden su color más rápidamente que las tejidas con el método de la remolacha, en que el color es parte de las fibras, en vez de aplicarse en la superficie. La pareja eligió la alfombra “remolacha” y años más tarde se alegraron por su durabilidad.

Aunque la ilustración a veces parece un poco ofensiva, existen cristianos que parecen tortas sin voltear. Por supuesto, no tenemos derecho a calificar la experiencia de un cristiano y clasificarlo como “alfombra rábano”, roja por fuera y blanca por dentro; o “alfombra remolacha”, roja por dentro y por fuera. Lo que sí podemos, y es nuestro deber hacer, es analizarnos a nosotros mismos y asegurarnos de que nuestra experiencia no sugiera alguna de estas ilustraciones. Ser cristianos consecuentes, no decir una cosa y hacer otra.

Para que un cristiano pueda librarse del peligro de una experiencia como la que describió el profeta Oseas, con frecuencia, tiene que hacer un alto en el camino de la vida cristiana para analizarse y reconocer con honestidad su verdadera condición. ¿Cuándo fue la última vez que lo hiciste?

Lecturas Devocionales para Jóvenes 2013
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Por Félix Cortez

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